Tanto proteger la intimidad de Laura y de Alba, cuidando que nadie reconozca su cara, que puedan andar por la calle como cualquier adolescente más y resulta que tantos esfuerzos se van al garete porque papá es un fan fatal. Zapatero es el responsable de que sus hijas estén hoy expuestas a la crueldad de la red.
Ahora que el acontecimiento planetario estaba al caer -el martes 13 de octubre es el día de la ansiada entrevista entre Obama y Zapatero en la Casa Blanca-, el presidente español comete un error impropio de un dirigente de su nivel y posa en una foto oficial con sus criaturas, para acto seguido retirar el retrato del álbum. ¿En qué quedamos? ¿Quería Zapatero que el mundo conociera por fin a sus hijas o sólo pretendía atesorar un recuerdo? Cuando Laura, de 16 años, y Alba, de 13 años, vean su imagen circulando por la web, alterada una y mil veces por obra y gracia del photoshop, deberían pedir explicaciones a su progenitor. ¿Cómo es posible que tanto Sonsoles como Zapatero, y su inteligente sequito, permitieran que el fotógrafo oficial de la Casa Blanca, Lawrence Jackson, inmortalizara el momento?
Cualquiera habría aprovechado para disparar la cámara. Es el presidente de EEUU, el primer afroamericano en ocupar la Casa Blanca y resulta comprensible querer guardar la instantánea para enseñar a los nietos. Con el móvil, se apunta y ya está congelada la imagen para el resto de la vida. La diferencia entre Zapatero y el resto de los mortales es que ocupa el puesto de presidente del Gobierno. Se supone que está acostumbrado a tratar con sus homólogos extranjeros y que tiene la suficiente soltura y solvencia como para no perder los papeles ante la estrella de la política mundial. Su equipo se ha esforzado por vender las coincidencias entre los dos presidentes: su juventud, su talante, su tirón, sus aficiones, su familia... Pero el garrafal descuido desmonta esa paridad porque Zapatero, deslumbrado por el líder estadounidense, baja la guardia y se queda tan impactado que no impide que sus dos hijas sean retratadas. Ya desveló esa vena cuando saludó a Bono, el líder de U2, con absoluta fascinación.
En el instituto en el que estudian las adolescentes, tanto los profesores como los amigos han salvaguardado la privacidad de sus dos compañeras. Las escasísimas ocasiones en las que han aparecido en prensa, estaba claro que no posaban y que los fotógrafos no contaban con el consentimiento paterno. Las niñas han podido ir al cine, de compras o de paseo sin que los ciudadanos que se cruzaban con ellas pudieran identificarlas. La vigilancia ha sido intensa y discreta para que las menores pudieran descargarse de ser "hijas de". Es una decisión meditada, al igual que los Obama optaron porque Sasha y Malia participaran activamente en la estrategia electoral. Por eso chirría tanto el tremendo desliz.
Lo de menos es si el atuendo era o no el adecuado. ¿Figuraba en la agenda oficial la presencia de Laura y Alba? En este tipo de encuentros no se da un paso sin que los respectivos equipos lo hayan acordado previamente. Hasta el más mínimo detalle consta en el guión. Papá estará latigándose una buena temporada. El asunto va más allá de la foto en si. Cuando el martes 13 de octubre los Obama y Zapatero se sienten en el despacho oval , el presidente español va a tener dificultades para transmitir la idea de que entre ambos hay química. Su actitud, más propia de un fan fatal, no es compatible con la de colega del mismo nivel. Una cosa es admirarle y otra olvidarse en su presencia de la vulnerabilidad de sus propias hijas.
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