Pittsburgh (EE.UU.).- Los líderes del G-20 inician hoy con una cena de trabajo su tercera cumbre, en la que se esperan declaraciones de intenciones sobre futuras reformas, pero pocos compromisos concretos para llevarlas a cabo.
Según un borrador de la declaración final, a la que tuvo acceso Efe, los dirigentes de los 19 países representados, más la Unión Europea (UE), no harán referencia a la retirada de los planes de estímulo, sino que se comprometerán mañana a "continuar respaldando la actividad económica hasta que la recuperación se afiance claramente".
Aun así, pedirán que se establezca, en cooperación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), "un proceso transparente y creíble para retirar el apoyo fiscal y monetario extraordinario, y el respaldo al sistema financiero".
Fijar ahora un plazo determinado para eliminar los planes de estímulo, dicen los expertos, provocaría un desplome de los mercados, ante la constancia de que los millones de dólares que diariamente se inyectan en la economía tienen los días contados.
El borrador también habla de la conveniencia de que las remuneraciones de la alta dirección de los bancos se vincule a objetivos a largo plazo, pero sin fijar un tope específico, como había insistido en particular el presidente francés, Nicolas Sarkozy, con la oposición de EE.UU.
El texto pide que se llegue a un acuerdo internacional sobre este punto antes de finales de año.
Otro de los temas en discusión que recogerá la declaración final es la necesidad de que los bancos se doten de mayores recursos de capital, con objeto de ganar solidez y evitar crisis como la que han sufrido en el último año, como defendía Estados Unidos.
No obstante, cómo hará cada país para obligar a sus entidades a dotarse de más recursos propios es algo en lo que no entra el G-20, que se mueve en su declaración más por el terreno de las intenciones que de las medidas concretas, como ha ocurrido en las dos citas anteriores.
De hecho, el tema de las remuneraciones de los banqueros formó ya parte de la declaración final de la cumbre celebrada en Londres en abril pasado, sin que se haya prosperado en este aspecto desde entonces.
El único punto concreto que ha podido avanzar era el reclamo de los países emergentes como Brasil, China, Rusia e India, que pedían un mayor poder de voto en el Fondo Monetario Internacional.
Aunque estos Estados pedían un 7 por ciento, el borrador contempla que los países ricos transfieran "por lo menos" un 5 por ciento de su voto en el FMI a las naciones en desarrollo "dinámicas".
Los mandatarios del G-20 han comenzado ya a llegar a esta ciudad del este de EE.UU., de pasado industrial, pero volcada hoy en las nuevas tecnologías. La mayor parte viene de las Naciones Unidas, en Nueva York, tras participar en el debate de la Asamblea General.
La cumbre arranca hoy con una cena de trabajo (23.30 GMT) en el Jardín Botánico y Conservatorio Phipps, un edificio acristalado y muy ecológico, que se precia de producir su propia energía y agua.
Los países habían elaborado para este cónclave varias propuestas polémicas, que al final han tenido que ser suavizadas para lograr el consenso de todos, como ha ocurrido con el tema de las remuneraciones de los directivos o las exigencias de capital para la banca.
Washington trajo a esta cumbre una propuesta llamada "Marco para un Crecimiento Equilibrado y Sostenido", en la que trataba de imponer compromisos para terceros países, como China, al que se quiere obligar a confiar menos en sus exportaciones y a potenciar sus mercados domésticos.
En esta iniciativa, EE.UU. se comprometería, por su parte, a aumentar el ahorro interno, que es prácticamente inexistente, a reducir su excesivo déficit público, mientras que a Europa se le exigirían cambios estructurales para mejorar el clima de inversión.
En la declaración final, según el borrador, se ha obviado cualquier mención específica de países, pero se hace referencia a la necesidad de aumentar el ahorro privado y la reducción del déficit en algunas naciones, y la promoción de la demanda interna en otras, además de reformas estructurales que aumenten el potencial de crecimiento.
"Si no hay un ajuste y realineamiento en las fuentes de la demanda mundial, el FMI estima que el crecimiento global será inaceptablemente bajo", dice el documento.
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