SAN SEBASTIÁN.— La directora Hana Makhmalbaf, una de las máximas activistas por la democracia de Irán, ha improvisado este mediodía una manifestación política a las puertas del Kursaal donostiarra para reivindicar un poco de atención mediática para su país.
Condecorada en estas tierras hace dos años con el Gran Premio del Jurado por 'Buda explotó por vergüenza', Makhmalbaf es, junto con su padre, Mohsen Makhmalbaf, y su hermana Samira, una artista que no ha dudado en utilizar su celebridad como altavoz político cuando se ha presentado la oportunidad.
Residente en Afganistán, donde rueda sus películas para evitar la censura existente en su Irán natal, ella y su familia siempre han gozado de la simpatía del Festival de San Sebastián, que este año ha elegido a Samira —también presente en la manifestación y en la última edición por la brutal 'El caballo de dos piernas'—, entre otros, para acompañar al presidente Laurent Cantet (director de 'La clase') como miembro del jurado de la Sección Oficial.
Se abre así el debate de si es legítimo, o adecuado, o correcto, el hecho de mezclar política y cultura, como tanto se discutió en España a raíz de la segunda guerra de Irak. Caben ciertas suspicacias en torno al normal desarrollo del concurso, ya que no sólo Mikel Olaciregui, presidente del Festival, se ha fotografiado con las jóvenes directoras, sino que el jurado en pleno ha hecho lo propio, ataviado con bufandas verdes, símbolo de la protesta contra el actual régimen iraní.
La joven realizadora de 21 años —que momentos más tarde presentaba 'Green Days' en la sección paralela Zabaltegi— ha hecho un breve discurso: "Todo el jurado se muestra en contra de la bomba nuclear y del gobierno de Ahmadineyad (Hana portaba una foto con el rostro del presidente tachado y otra en la que se recordaba a Neda Salehi Agha Soltan, víctima mortal en las manifestaciones anti Ahmadineyad), a favor de la democracia y del movimiento verde de Irán". Legítima petición para el mundo occidental, pero quizás inadecuada en un clima de reflexión en el que se pueden desatar simpatías hacia el cine regional que el mismo jurado que se ha manifestado (donde se encuentran los actores Pilar López de Ayala y Daniel Jiménez Cacho, entre otros) está encargado de evaluar.
Concretamente, la película 'The White Meadows', proyectada el pasado sábado, no contaba con las simpatías de la mayoría de la prensa especializada, pero podría destacarse en las apuestas como herramienta para poner algo más de atención en la problemática nacional iraní.
Mezclar proclamas con palmarés no es algo nuevo en la órbita festivalera. En Berlín 2002, Michael Winterbottom, autor del documental 'In This World', sobre dos refugiados afganos que intentan huir a Gran Bretaña, se llevó calentitos el Oso de Oro, el premio ecuménico del Jurado y el Peace Film Award el mismo año que el lema omnipresente de la cita rezaba en toda la cartelería "Towards Tolerance".
'The White Meadows' narra de manera reposada y extremamente lírica los viajes de un barquero por distintas islas de su radio de movimiento en busca de lágrimas de gente que acaba de perder a seres queridos. La trama, casi inexistente, pero de ámbito muy del gusto de San Sebastián, podría desterrar de los primeros puestos del palmarés a las hasta ahora favoritas: 'El secreto de sus ojos', del argentino Juan José Campanella, o 'City of Life and Death', del chino Lu Chuan. ¿Sería justo? ¿O útil? La pelota, en vuestro tejado.
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