Río de Janeiro.- El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, anunció hoy un plan que prohíbe el cultivo de caña de azúcar en las áreas que aún preservan su vegetación nativa, como la Amazonía y el Pantanal, así como en las reservas ambientales e indígenas y en todas las áreas de importancia ecológica.
La iniciativa, convertida en un proyecto de ley enviado este mismo jueves al Congreso, prohíbe el cultivo de caña y la instalación de plantas de etanol en el 81,5% de todo el territorio brasileño, ya que garantiza la protección de tres importantes ecosistemas: la Amazonía, el Pantanal y la Cuenca del Alto Paraguay.
El área afectada por la prohibición se eleva al 92,5% de todo Brasil si se tiene en cuenta las regiones en que el cultivo no es viable, según un comunicado de la Presidencia.
El plan es una respuesta a las críticas de algunas organizaciones ecologistas y algunos gobiernos en el sentido de que los planes brasileños para expandir los cultivos de caña de azúcar y aumentar la producción de etanol amenazan el medio ambiente y la conservación de la mayor selva tropical del mundo.
Este país, el mayor productor y exportador mundial de azúcar y de etanol hecho a base de caña, lidera un proyecto para incentivar la producción y el consumo mundial de ese biocombustible por ser menos contaminante que la gasolina y porque puede generar empleos en las naciones pobres.
El plan anunciado hoy limita la extensión de los cultivos de caña a apenas 64 millones de hectáreas, en su mayoría ubicadas en regiones devastadas y que ya son importantes productoras agrícolas.
Brasil cuenta actualmente con 8,9 millones de hectáreas sembradas con caña de azúcar, lo que equivale al 1% del territorio nacional.
Esa área ya es suficiente para garantizarle al país una cosecha récord este año de cerca de 634 millones de toneladas de caña, con un crecimiento del 11% frente a la de 2008 (572,6 millones de toneladas).
Según las previsiones del Gobierno, Brasil también alcanzará este año récords en su producción de azúcar refinada y de etanol: 37,9 millones de toneladas y 28.600 millones de litros, respectivamente.
La de azúcar fue el año pasado de 31,6 millones de toneladas y la de etanol de 26.700 millones de litros.
De acuerdo con el ministro de Agricultura, Reinhold Stephanes, el mapa con las áreas en que será posible cultivar caña fue elaborado con base en dos principios determinados por Lula: que la expansión de las áreas plantadas no amenace el ambiente y que en esas regiones la cosecha pueda ser hecha en forma mecánica.
"Con la restricción del cultivo en las áreas en que la cosecha no puede ser mecanizada, el Gobierno impide que los agricultores tengan que recurrir a la quema de los cañaverales para preparar la tierra para nuevos cultivos", explicó Stephanes.
Otra de las críticas a la expansión de la caña de azúcar en Brasil es que la quema de los cañaverales provoca fuertes emisiones de gases contaminantes y amenaza la salud de la población en las regiones vecinas.
Las organizaciones ecologistas también reclaman que, por no contar con haciendas mecanizadas en todo el país, los hacendados explotan el trabajo de los campesinos, algunos de los cuales son sometidos a condiciones análogas a la esclavitud.
Según el comunicado de la Presidencia, el plan es uno de los compromisos que Brasil presentará en la Cumbre de Copenhague de la ONU sobre cambio climático de diciembre próximo, ya que, además de garantizar la absorción de carbono por la Amazonía, reduce las emisiones de gases contaminantes al incentivar el uso del etanol como alternativa a la gasolina.
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