Nueva York.- La danesa Caroline Wozniacki, que en Flushing Meadows ha encontrado el punto más alto de su proyección, es la traba final con la que se topará la belga Kim Clijsters, otrora número uno del mundo, que en su reencuentro con la competición se ha acomodado a orillas del gran éxito.
Da la sensación de que Clijsters nunca se fue. Dos años atrás, cuando aún batallaba por las alturas del circuito optó por colgar la raqueta para centrar su vida en la familia, nada hacía pensar ni en un retorno ni más aún en una vuelta llena de esplendor.
Clijsters ha rentabilizado al máximo la invitación directa que le proporcionó, dado su currículo, la organización del Abierto de Estados Unidos. La exprimirá hasta el final.
La tenista belga, sin ránking determinado dado su prematuro retorno, hace sólo dos meses, tenía proyectado afrontar con firmeza su vuelta a partir del próximo año. Los torneos de Cincinnati, donde llegó a cuartos y Toronto, a tercera ronda, así lo desvelaron. Incluso el Abierto de Estados Unidos formó parte de su "situación experimental".
Pero poco a poco Clijsters ha ampliado sus perspectivas. Una tras otra ha tumbado a jugadoras como la ucraniana Vikoriya Kutuzova, la francesa Marion Bartoli, su compatriota Kristen Flipkens y, especialmente, la estadounidense Venus Williams y la china Na Li. Pero sobre todo, a la vigente campeona, Serena, a la que ventiló en dos sets.
Nunca ha jugado con Wozniacki, cuya irrupción coincide con el tiempo en blanco, de retiro, disfrutado por la belga, que aspira en Nueva York a conquistar el segundo Grand Slam de su carrera. Los 'major' formaron parte de su frustración competitiva. Disputó cinco finales pero sólo ganó uno. El de Estados Unidos en el 2005. Entretanto se dejó otra de Flushing Meadows y dos en Roland Garros.
No le ha dado para tanto a la única danesa, tanto en la competición masculina como femenina, durante estos dos años. Pero sí lo suficiente para hacerse respetar en el ránking. Aún lejos, por palmarés y juego, del nivel que exigen las alturas, su progresión advierte nuevas presencias suyas para el futuro. Acumula seis títulos. Ninguno especialmente lustroso -Ponte Vredra Beach, Eastbourne y New Haven, este año junto a los de Estocolmo, New Haven y Tokio en el pasado- además de alcanzar la final en Memphis, Charleston, Madrid y Bastad.
Nunca fue más allá de octavos en un Grand Slam, la jugadora que terminó con el sueño americano al eliminar a la estadounidense Melanie Oudin. Antes, acrecentó su moral con la victoria sobre una de las favoritas, Svetlana Kuznetsova. Ha rentabilizado la inestabilidad de la parte alta del cuadro, con las favoritas dimitidas con precipitación. Y está ante su primer gran momento.
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