Viena.- No es la primera gran retrospectiva sobre el Impresionismo, pero la muestra que desde hoy presenta el museo Albertina de Viena es una de las más ambiciosas, tanto por el número de obras reunidas como por el intento de seguir desvelando secretos de una escuela tan estudiada y conocida.
"Como la luz vino al lienzo". Bajo ese sugerente título, la famosa sala vienesa ha reunido 193 objetos, entre ellos 125 pinturas, en un intento de analizar de dónde, cómo y por qué surgió esta corriente que rompió los cánones establecidos en la historia del arte.
Como indicó el director del museo, Klaus Albrecht Schröder, la intención de la exposición es "dar un vistazo único tras los bastidores".
Para ello, de las paredes del Albertina cuelgan desde hoy y hasta el día 10 de enero próximo obras de Cézanne, Degas, Gauguin, Manet, Monet, Renoir, Tolouse-Latrec y van Gogh, entre otros.
Pero el Albertina no ha querido únicamente mostrar el resultado final del proceso creativo de los impresionistas, sino también las nuevas herramientas que lo permitieron.
Así, se exponen nuevos pinceles de cerda, tubos de colores, caballetes apropiados para pintar en el exterior, el tipo de bastidor de rejilla que empleaba van Gogh para detallar la perspectiva. Incluso las sombrillas y sillas plegables que se convirtieron en esenciales para el trabajo de campo tienen su sitio.
Elementos que permitieron al pintor salir del estudio y sumergirse en la naturaleza hasta tal punto, que el paisaje llegaba a ser parte del cuadro: granos de arena, como en "Mar en Saint Palais", de Guillaumin, flores y brotes han sido hallados en los cuadros, analizados con nuevas técnicas para descubrir sus secretos.
En ese contacto directo con el paisaje, el artista vuelca su visión subjetiva y acaba con la idea de la pintura como representación fotográfica de la realidad.
Así, la nieve adquiere tonos azulados, como en "Paisaje de Invierno", de Maxime Maufra, o la naturaleza se desenfoca como en los paisajes de jardines y campos de Renoir.
"No podemos quedarnos satisfechos con conservar las hermosas fórmulas de unos ilustres antecesores. Liberémonos de eso y estudiemos la hermosa naturaleza", cita el Albertina a Cézanne para ilustrar esa nueva tendencia.
Otra novedad que la muestra se encarga de destacar es el descubrimiento de cientos de nuevos colores. "Viva el azul, abajo el gris", defendió Paul Signac, uno de los pilares del nuevo "puntillismo" y que se mostró fascinado por las nuevas teorías sobre la descomposición y la mezcla del color.
Obras suyas como "Cabo de Noli" o "Figura en un paisaje cerca de Barbizon", de Seurat, son ejemplos de esa acumulación de colores y contrastes.
La exposición dedica también su atención al resurgir de la pintura al pastel, considerada ya antigua en la época pero que pintores como Degas revitalizaron.
"Nunca más volveré a tomar un pincel en la mano", declaró el artista, quien en obras como "Dos bailarinas" muestra la mezcla de texturas mates y brillantes y los efectos de colores y luz que permite esta técnica.
Además, en la muestra se exponen la paleta de Seurat, unas gafas oscuras de Degas y numerosos estudios científicos sobre la luz y el color.
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