Nueva York.- Fernando Verdasco, condicionado por las carencias que desde hace días minan sus energías, puso fin a su andadura y sus expectativas en el Abierto de Estados Unidos, y cayó ante el serbio Novak Djokovic (7-6(2), 1-6, 7-5 y 6-2), que alcanzó la semifinal en el último Grand Slam del curso por tercer año consecutivo.
El tenista madrileño se topó con los cuartos de final. La cosecha más meritoria en su andadura por Flushing Meadows desde que irrumpió en el circuito profesional. Se quedó a orillas de las semifinales, que logró alcanzar al inicio del curso, en Australia y que supuso un respaldo sin igual en su trayectoria.
Verdasco tuvo que solicitar, con frecuencia, el auxilio del fisioterapeuta de la ATP, Michal Novotni, al ver que sus dolores en la zona abdominal se acentuaban cada vez más. En los últimos intercambios, el galeno palpó la zona afectada. Para entonces Verdasco ya tenía asumida su despedida del torneo.
Con una micro rotura abdominal y un pie, el izquierdo, afectado por un callo cada vez más desarrollado, Fernando Verdasco intentó poner en cuestión la trayectoria de Djokovic, que encontró su tercera semifinal de corrido. Fue finalista en el 2007. Se quedó en puertas el pasado año. Siempre frenado por Roger Federer, el número uno del mundo. Con el que volverá a toparse en esta ocasión si el helvético se deshace del sueco Robin Soderling en la reedición de la final de Roland Garros.
Mientras pudo mantuvo el tipo el tenista madrileño. No es ficción el dolor del español, que decidió darse de baja del equipo de Copa Davis dada la progresiva acentuación que mostraba la herida de su abdominal.
Aún así buscó hacer historia y llegar a la semifinal de un Grand Slam por segunda vez en su carrera. Las fuerzas se agotaron.
Bastante tuvo que ver en ello lo que sucedió en el primer set, que se pudo llevar el madrileño. Verdasco dispuso de dos puntos de set. Con 5-4 y 15-40. Pero Djokovic sirvió a lo maestro y solventó la situación.
Apretó el madrileño después, en plena dinámica álgida de su juego. Con tiros largos y proponiendo una movilidad a la que el serbio, normalmente, no está acostumbrado. Verdasco le arrolló. Igualó el partido, que se prolongó por más de tres horas.
El tercer set marcó el futuro del partido. Fue un mano a mano. Un cuerpo a cuerpo. La lucha por la ley del más fuerte. Y en estas Djokovic, más entero, con menos gasto en el trayecto del torneo, fue el que se impuso. Rompió, por segunda vez, en el momento clave. Con empate a cinco. No perdonó y se apuntó el set.
Esto hundió a Verdasco. Los dolores brotaron y la presencia de Novotni fue habitual. Entregó la situación, con el gesto cambiado y la mirada perdida hacia la derrota. Resignado a su adiós.
Djokovic espera a Federer. Una nueva revancha. Una nueva ocasión para conquista Flushing Meadows. El helvético, antes, debe imponer su autoridad ante Robin Soderling, que apenas le amenazó en la final de París.
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