VENECIA.— Pon una generosa dosis de preestrenos mundiales, un buen puñado de estrellas del Olimpo cinematográfico internacional, una pizca de políticamente incorrecto o, por lo menos, incómodo, dos cucharadas de horror a medianoche, unos granos de especias del lejano Oriente y una ramita de portentos tecnológicos. Marina diez días en el húmedo y glamouroso aire veneciano y el plato de la 66ª edición de la Mostra del Cinema está servido.
Mañana por la noche se descorrerá el telón del segundo escaparate más prestigioso del Séptimo Arte, sólo superado por Cannes. Se trabaja contrarreloj en el Lido, la isla larga y estrecha que protege del mar abierto a la ciudad de los canales. Hay que clavar la alfombra roja en la entrada del Palazzo del Cinema, fulcro oficial del certamen, sacar brillo a los leones dorados que rugen inmóviles alrededor de su puerta, colgar los últimos carteles y comprobar la estabilidad de las decenas de carpas nacidas a lo largo del paseo principal. Pequeños detalles, últimos retoques. Lo demás está listo en la cartuchera del director Marco Müller y de sus jóvenes colaboradores caza-películas.
Más de 80 cintas, 25 países representados, y 16 óperas primas, distribuidas todas en seis secciones hasta el 12 de septiembre. Entre los ingredientes de la presente edición abunda el Made in Italy (una veintena de películas). Insólita paradoja: ésta es una gran novedad. Si su hermanastra mayor, Cannes, no suele ahorrar en obras autóctonas, la Kermesse veneciana se caracteriza por un hostil recelo hacia la producción nacional, siempre poco representada, perennemente silbada en las salas y puntualmente crucificada en las críticas.
Hacía 20 años que un filme italiano no daba el pistoletazo de inicio. Esta vez es diferente: el honor de abrir los juegos recae en 'Baarìa', del oscarizado Giuseppe Tornatore ('Cinema Paradiso', 1988), que vuelve a Sicilia para evocar las atmósferas de su infancia. La ceremonia previa será presentada por otra isleña con denominación de origen: Maria Grazia Cucinotta, morena toda curvas, casi olvidada después de 'El cartero (y Pablo Neruda)' (Michael Radford, 1994) y sacada del itálico baúl por la ocasión.
"La fuerte presencia nacional no significa que el cartel sea provinciano y casposo", rebate Müller a las plumas afiladas de los críticos más escépticos. Y para apoyar su orgullo torero, nada mejor que ojear el programa. Entre los otros directores que compiten por el León de Oro, encontramos a grandes maestros: Werner Herzog traerá el remake de 'Teniente corrupto' (Abel Ferrara, 1992), con Nicolas Cage y Eva Mendes; el controvertido estilista Tom Ford debuta detrás de la cámara con 'A single man', protagonizada por Colin Firth y Julianne Moore; Todd Solondz presenta 'Life During Wartime', que ahonda en temas similares a los que trató su inteligente y despiadada 'Happiness'. Además presume de una protagonista de excepción: Paris Hilton.
Otro grande del cine independiente es George A. Romero, que desplegará por enésima vez su armada invencible de zombis en 'Survival of the Dead'. A concurso irá también la esperadísima 'The Road', adaptación de la novela de Cormac McCarthy ('No es país para viejos'), en la que John Hillcoat ha dirigido a Charlize Theron y Viggo Mortensen. Para acabar, también pondrá a prueba al jurado presidido por Ang Lee Michael Moore, en el Lido por primera vez. Provocador y comprometido, proyecta 'Capitalism: A Love Story', es decir, una personal visión de la crisis económica global. Polémica garantizada.
Pero si hay un documental esperado, ése será 'South of the Border', del estadounidense Oliver Stone y presentado fuera de concurso. 74 minutos para trazar un retrato íntimo de uno de los líderes mundiales más controvertidos: Hugo Chávez, héroe bolivariano para algunos, fanático con tendencias dictatoriales para otros. Stone sabe bien en qué bando colocarse. El documental se preanuncia como una casi-apología del presidente venezolano.
Y no faltará una cierta sensibilidad hacia lo último en materia de invenciones tecnológicas y digitales. La animación será representada por algunos de sus gurús internacionales. Dos ejemplos: Su Majestad Rintaro (el japonés de 'Capitán Harlock', para entendernos) y los genios de la Disney-Pixar, que en mayo inauguraron Cannes con el viejito despeinado de 'Up'. A las manos de John Lasseter, creador de los estudios, irá destinado el León de Oro a la mejor trayectoria. Se lo entregará George Lucas, otro monstruo sagrado de los efectos digitales.
A todo esto, poco cine español y todo colocado fuera de concurso. Sin embargo, la selección veneciana apuesta por jóvenes realizadores, temas inéditos y tonos menos folclóricos de lo habitual.
Hay, por tanto, propuestas para todos los gustos en esta Mostra que mañana echa a andar.
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