Grado.- El estiércol, usado tradicionalmente para abonar el campo, puede generar contaminación si no se trata de forma adecuada y la lombricultura supone una alternativa para que los excrementos de vaca se conviertan en una fuente de negocio en las zonas rurales y en alimento para quienes lo transforman, las lombrices rojas de California.
La empresa asturiana Lombriastur lleva más de 20 años asentada en Grado y transformando los excrementos en abono orgánico. En sus instalaciones almacenan el estiércol que recogen en las ganaderías de los alrededores y lo compostan en un estercolero impermeabilizado que cuenta con fosa de recogida de purines.
Esta instalación evita la contaminación de las aguas producida por los líquidos que se liberan durante la descomposición.
Según ha explicado a Efe el jefe de producción de esta explotación familiar, José Martínez, cada año pasan por sus instalaciones unas 1.500 toneladas de estiércol, en su mayor parte de vaca pero también de caballo, y gracias a la acción de las lombrices se convierten en unas 350 toneladas de humus seco, envasado y listo para ser utilizado como abono orgánico.
El sencillo proceso se inicia en una extensión de terreno donde se colocan varios lechos de tela sobre los que se instalan las lombrices -unas 100.000 en cada uno aproximadamente- y las boñigas, tras su paso por el estercolero.
Los animales se van alimentando posteriormente de los residuos orgánicos y, una vez al mes, se les aplica una nueva capa de estiércol previamente compostado.
Al cabo de un año el humus está listo y se procede a su separación, secado y envasado.
Esta gestión de los excrementos animales constituye un modelo ambientalmente sostenible ya que, además de evitar problemas generados por la mala descomposición de los residuos, el humus es una alternativa natural a los abonos químicos que empobrecen el suelo.
Este proceso no sólo tiene efectos beneficioso para los suelos ya que también mejora la calidad de las aguas colindantes a las zonas ganaderas.
Así lo constata Martínez, quien explica que en las proximidades de la instalación se encuentra el río Nora, en el que hay una piscifactoría donde, desde que inició su actividad, los alevines han aumentado su esperanza de vida y la producción es mayor.
La lombricultura se convierte así en una opción ecológica y sostenible de tratamiento de residuos que en un futuro no muy lejano extenderá su campo de acción en la región gracias a un proyecto conjunto de Lombriastur y el Ayuntamiento de Somiedo.
Está previsto que ambos organismos lleven a cabo una iniciativa para reciclar el estiércol generado en las aproximadamente 200 ganaderías existentes en el Parque Natural de Somiedo, lo que ayudaría a generar empleo y fijar población en la zona rural, al mismo tiempo que permite el desarrollo de una actividad industrial en un ecosistema protegido de gran valor ecológico.
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