"El logo más grande", la eterna frase que enfrenta a clientes y publicistas, no volverá a ser un problema gracias a los diseñadores del sector textil.
Aunque suene a tópico, la realidad nos demuestra que uno de los desencuentros más frecuentes entre anunciantes y creativos es decidir el tamaño del logotipo. Tanto es así que, cuando se pasea por las exposiciones de gráfica de los certámenes y concursos de publicidad, el visitante se asombrará, en más de una ocasión, de cómo anuncios que han sido publicados en periódicos, revistas y vallas publicitarias a lo largo de la temporada, se presentan a competición con logotipos de un tamaño considerablemente menor que el que aparecía en su versión publicada.
Por eso nos ha llamado gratamente la atención, por los efectos conciliadores que supondrá para la profesión, ver cómo en otro sector profesional, concretamente el textil, sus diseñadores y creativos han conseguido solucionar este problema satisfaciendo con creces los gustos del cliente.
Nos referimos a la moda de reproducir el logotipo de la marca comercial a un tamaño desproporcionado o, al menos, mucho más grande de lo que estamos acostumbrados. Algo que era frecuente en el campo de los complementos, con esos descomunales cinturones con letras plateadas de Moschino, los pañuelos de Chanel y los bolsos de DKNY o Marc Jacobs con el nombre de la empresa, la dirección de su sede social, la de sus distintas sucursales y hasta el teléfono y el mail impresos en ellos, pero que resulta nuevo en los polos de marcas como Lacoste, Burberrys o Polo, una prenda que siempre se había caracterizado por su sobriedad y discreción.
Una decisión que muchos podrían calificar de mal gusto y propia de nuevos ricos que desean hacer ostentación de su poder y renta, de no ser porque ha calado especialmente entre importantes familias del país como los Borbones, a los que se les podrá discutir el gusto en el vestir, pero no ser calificados precisamente de nuevos ricos.
Una iniciativa del mundo textil que, aunque resulte sorprendente, tiene grandes implicaciones en el de la publicidad, pues no tenemos que explicarles porque ustedes bien lo saben que portar el logotipo de una marca en la pechera es, inevitablemente, un acto de publicidad no remunerada por parte del que la viste y que genera interesantes beneficios para el fabricante a coste cero.
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