Luca Badoer, 131.943 kilómetros después...

La Fórmula 1 hace justicia con Luca Badoer. El piloto italiano, que no participa en una carrera desde hace una década, reemplazará a Felipe Massa en el GP de Valencia, después de anunciarse la renuncia voluntaria de Michael Schumacher por problemas físicos. Badoer será el primer transalpino en la Scuderia en 15 años.

Gran Premio de Europa, septiembre de 1999. La lluvia ha sido cruel con los grandes y se ha apiadado de los modestos. La carrera discurre con locura con Johnny Herbert y su Stewart GP (el embrión de la actual Red Bull) en cabeza y los dos Minardi en la zona de puntos. El equipo italiano tiene en sus manos una oportunidad de oro para regalar a Gabriele Rumi, histórico mandatario del equipo recién fallecido como consecuencia de un cáncer, un resultado histórico. Luca Badoer, el 'experto', rueda en cuarta plaza, y su novato compañero, Marc Gené, lo hace en sexto lugar. A falta de 15 vueltas, el podio no es en absoluto una quimera, y el italiano sigue aprovechando la lluvia para lanzarse a por Rubens Barrichello... Pero, a 13 vueltas del final, la caja de cambios de su monoplaza dice "basta". Badoer abandona el habitáculo entre lágrimas, consciente de que su futuro en la F-1 se iba al traste. Y peor que eso; mientras tanto, el centro de las miradas lo acaparaba su compañero que, gracias a la sexta plaza, rompía el maleficio de tres temporadas completas sin puntos...

Ese 'puntazo' de Gené fue el único de Minardi en toda la temporada, y con él se desvanecieron todas las opciones de continuidad para Luca Badoer. Gené le ganó la partida y renovó por un año más, lo que dejaba al italiano obligado a volver a la casilla de salida: retomar su rol de piloto de pruebas de Ferrari. Hasta hoy. En este intervalo de tiempo, una década sin participar en una sola carrera de coches (decimos bien, ninguna) y la friolera de 469 sesiones de entrenamientos privados, 31.374 vueltas y 131.943 kilómetros en solitario. ¿El premio? Ver como Schumacher, Irvine, Barrichello y, finalmente, Massa y Räikkönen ganaban sobre los coches que él ponía a punto. Su silencio ha sido siempre respetuoso con los ganadores, máxime desde la entrada en Ferrari de su ex compañero, Marc Gené, más ducho en los actos de relaciones públicas que él. A diferencia de Pedro de la Rosa, siempre presente y activo en el paddock y el box de McLaren, Luca ha quedado voluntariamente relegado a un cómodo segundo plano, consciente de que sólo un milagro le permitiría volver a correr. Como prueba, su página web, que sigue inoperativa desde hace varios años.

Pero su gran oportunidad ha llegado, y esta vez ha sido él, y no Gené, quien se ha llevado el premio. Los dos lo merecían, pero nadie más que el viejo 'socio' de Schumacher. El caso es que el GP de su retorno estará cargado de paradojas. A sus 38 años, heredará de Barrichello el rol de abuelo de la parrilla y tratará de romper su gafe estadístico particular: 48 carreras sin un solo punto, récord absoluto de la historia de la F-1.

La carrera de Luca Badoer en F-1 despegó en paralelo a su título de campeón de la Fórmula 3000 europea de 1992. El graduado de la clase, sin embargo, se llevó peor premio, un asiento 'de pago' en la modesta Scuderia Italia. Primer desastre. Su chasis estaba cargado de defectos que ni siquiera el potentísimo V12 Ferrari conseguía disimular, y su mejor premio fue un séptimo puesto en San Marino (recordad que en esta época sólo puntuaban los seis primeros).

Como premio al esfuerzo, un año completo en paro. Pero el piloto de Montebelluna seguía decidido a triunfar con los grandes y, una vez más, haciendo acopio del dinero de varios patrocinadores, consiguió un volante en Minardi para 1995. Y su aventura volvió a naufragar. En esta ocasión, el monoplaza no era malo, pero sí el motor que lo propulsaba, un Ford ED V8 que habría servido para ganar carreras... a principios de los 80. Para 1996, Badoer firmó por un equipo italiano con un año de vida en el 'Piranha Club', Forti Corse, con el que las cosas tampoco funcionaron. Si en la Scuderia Italia fallaba el chasis y en Minardi el motor, con los amigos de Forti se daba la combinación perfecta: el bastidor era un desastre y el propulsor, el mismo que había llevado en 1995, solo que con un año más. La historia duró seis carreras, el tiempo que tardó la formación en presentar la suspensión de pagos.

El segundo 'paro forzoso' de Luca en F-1 duró otras dos temporadas completas más, y sólo acabó gracias a la caridad de Ferrari, que decidió incorporarlo como piloto de pruebas para 1998. Su buen trabajo en ese invierno invitó al equipo a renovar la confianza en él y, a fin de aumentar su experiencia, aceptaron cederle un año a Minardi, 1999. Pero ya hemos visto que la experiencia con Marc Gené tampoco terminó de funcionar, así que, con los hombros encogidos, Badoer volvió a casa. Desde entonces, el circuito de Fiorano ha sido su casa, el de Mugello, su segunda residencia, y Montmeló o Monza, sus esporádicas vacaciones en el extranjero.

Ferrari ha jugado fuerte apostando por él, máxime teniendo en cuenta su nacionalidad. Ya se sabe, la Scuderia siempre se ha caracterizado por dar la espalda a sus propios pilotos, apostando fuerte por extranjeros. Esta afirmación entronca con la mala fama del equipo durante los 60 y 70, en que multitud de accidentes mortales de corredores con pasaporte transalpino convirtió a Ferrari, a ojos de la prensa, en una especie de máquina devoraitalianos. Es más, el último piloto nacido en Italia en competir con un Ferrari fue Nicola Larini, en 1994, que corrió los GP del Pacífico y San Marino... como reemplazo de un francés, Jean Alesi.