Pamplona.- El Gobierno de Navarra ha invertido en los últimos años en la cueva de Abauntz un total de 20.042 euros, al tiempo que durante 2008 redactó el proyecto de adecuación de la cueva, para el que se han destinado 12.500 euros para la primera fase de los trabajos.
Así, la primera fase de la intervención va a comprender las siguientes actuaciones: limpieza y adecuación de la entrada, limpieza del interior de la cavidad hasta recuperar la fisonomía original, y renovación del cierre dañado e instalación de una verja metálica.
Se prevé que la próxima fase del proyecto incluirá la instalación de información pública y el acondicionamiento de los accesos, según informa el Gobierno de Navarra en un comunicado.
Además, el Gobierno ha subvencionado las campañas arqueológicas de 1988, 1991, 1993, 1994, 1995 y 1996, con un total de 7.542 euros.
En la cueva de Abauntz se han encontrado grabados sobre cantos de piedra, con representaciones figuradas datadas en el Magdaleniense (Paleolítico Superior), que se exhiben en el Museo de Navarra (canto con cabeza de caballo) o se conservan en los Almacenes de Arqueología del Gobierno de Navarra.
En Navarra existen otras tres cavidades que albergan yacimientos arqueológicos del Paleolítico. Se trata de las cuevas de Berroberria y Alkerdi (Urdax) y Zatoya (Abaurrea Alta).
La cueva de Abauntz está situada en el concejo de Arraitz-Orkin (Ultzama). La cavidad abarca desde el Paleolítico Medio (50.000-40.000 a.C.) hasta época romana, con una densa ocupación de carácter funerario fechada en el tercer milenio a.C.
Ha sido objeto de varias campañas de excavación durante los años 70 y 90 del siglo pasado, dirigidas desde la Universidad de Zaragoza por la catedrática de Prehistoria Pilar Utrilla y el profesor Carlos Mazo.
La cueva encierra, junto con la de Berroberria, una de las secuencias de ocupación más completa de la Prehistoria navarra. Los muertos del Calcolítico, de hace 4.000 años, eran más de un centenar y se hallaban enterrados al menos bajo cuatro rituales: en fosa, acompañados de espátulas de hueso; en cista de piedra, bajo una losa plana; incinerados, o simplemente, en una última fase, depositados colectivamente en el suelo, en este caso acompañados de puntas de pedúnculo y aletas.
Asimismo, la cueva recibió a los romanos del Bajo Imperio. Antes que ellos, en la Edad de Bronce, se dejaron hachas planas y puntas metálicas. Tres mil años antes, se había utilizado como lugar de hábitat.
Proceden de la cueva tres bloques con grabados. Uno de ellos se exhibe en el Museo de Navarra y los otros dos se conservan en el Almacén de Arqueología, aunque actualmente se encuentran en depósito para su estudio en la Universidad de Zaragoza.
La principal novedad que aporta el bloque 1 de Abauntz es que, por vez primera en Europa Occidental, aparece representado el paisaje real del entorno (montaña, ríos, charcas, vados) y que, sobre este paisaje, se han marcado unas rutas o accesos que podrían estar relacionados con unos signos ojivales difíciles de interpretar.
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