Manila.- Miles de filipinos se congregan desde primera hora de la mañana en los alrededores de la catedral de Manila y el Manila Memorial Park, para despedirse de la fallecida ex presidenta Corazón Aquino, que será enterrada hoy, en una jornada declarada festiva por el luto nacional.
Las intensas lluvias arrojadas por la tormenta tropical Kiko sobre la capital filipina no desanimaron a los seguidores de la mujer que lideró la revuelta popular contra la dictadura de Ferdinand Marcos en 1986, que se comenzaron a apostar en ambos lugares horas antes de que comenzaran los actos funerarios.
La familia de "Cory" ocupó sus sitios en la parte frontal de la catedral, situada en el corazón histórico de la antigua capital colonial española, media hora antes de que comenzara la misa funeraria, a las nueve de la mañana hora local (1:00 GMT).
Otras personalidades presentes en el rito son los ex presidentes Fidel Ramos y Joseph Estrada; el vicepresidente Noli de Castro, diputados y personalidades de la farándula.
La actual presidenta filipina, Gloria Macapagal Arroyo, compareció en el templo pasadas las tres de la madrugada para presentar sus respetos a la familia y velar brevemente a la fallecida, a su regreso de un viaje oficial a Estados Unidos.
No está previsto que Arroyo, muy criticada por Aquino en los últimos años debido a las acusaciones de corrupción y fraude electoral que pesan sobre ella, acuda al funeral.
Tras la misa oficiada por el obispo de Balanga, Sócrates Villegas, los restos de Corazón Aquino serán trasladados al Memorial Park, en Parañaque, en una procesión que se espera que emule a la del funeral de su marido, en 1983, cuando millones de personas participaron en la despedida al líder opositor.
La Policía, que ha reforzado las medidas de seguridad en la capital, permitirá la entrada a los asistentes tras la llegada del cortejo fúnebre desde la catedral, situada en Intramuros.
Corazón Aquino llegó al poder en medio de una movilización popular pacífica apoyada por la Iglesia y los militares, tras el asesinato de su marido, Benigno "Ninoy" Aquino, cuando regresaba del exilio para hacer oposición al régimen en 1983.
Su muerte, víctima del cáncer a los 76 años, sacudió el pasado sábado a la sociedad filipina, que se ha echado a las calles y ha llenado las avenidas de crespones del color amarillo, que era la seña de identidad de "Cory", para despedirse de la primer mujer que ocupó el cargo de presidenta del país.
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