Uno de los peligros de las redes sociales es que nos empujan a pensar como los demás, a eso que los norteamericanos denominan group think. Cada vez más datos nos llegan a través de su intermediario. Puede haber gran diversidad de pistas, pero tendemos a conectarnos con personas que piensan más bien como nosotros.
En un artículo publicado por el New York Times del 1 de agosto, Damon Darling lamenta, en un sentido más amplio, que las TIC tiendan a reducir los errores casuales, lo que se conoce como ‘serendipia’ .
Me inclino a creer que a poco que nos abandonemos a navegar con un mínimo de curiosidad, la web se convierte en serendipia. Pero debo reconocer que las redes sociales —y los sistemas de referencias y de votos que los acompañan— llevan si no al pensamiento único al menos a uno de geometría muy poco variable.
Por ello tiendo a promover, en mis cursos por ejemplo, embedded serendipity o serendipia implicada, integrada en el proceso de recogida de información.
Lo hago al menos de dos maneras:
Estoy seguro de que tenéis otras fórmulas y os invito a compartirlas.
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