Lima.- El presidente de Perú, Alan García, comienza mañana el penúltimo de los cinco años de su mandato (2006-2011) con el desafío de revertir el descontento que cunde en la sociedad pese a los buenos resultados económicos del país.
Perú tuvo los mejores indicadores económicos de Sudamérica el año pasado, pero la población no sintió ese bienestar en sus bolsillos y el gobierno sólo ejecutó el 40 por ciento del plan de estímulo económico, que totaliza 4.187 millones de dólares.
Los organismos internacionales prevén que Perú será uno de los pocos países latinoamericanos que se salven de la recesión en 2009, con una expansión del 3 por ciento de su PIB, la mayor de la región.
Sin embargo, el 76 por ciento de los peruanos afirma que su país sigue igual o peor, según una reciente encuesta de la empresa Apoyo.
El descontento se refleja también en una alta conflictividad social y en una bajada de la popularidad de García, que ya había sido presidente de 1985 a 1990, un periodo caracterizado por hiperinflación, aislamiento financiero, terrorismo y escándalos de corrupción.
Las protestas sociales se han duplicado en el último año y actualmente hay 273 conflictos abiertos, según la Defensoría del Pueblo.
La popularidad de García, que llegó a su tercer año de gobierno, en julio del año pasado, con un 39 por ciento de aprobación y alcanzó en marzo de este año un 42,6 por ciento, ronda ahora el 31 por ciento.
Desde octubre García ha tenido que remodelar su gabinete en dos ocasiones, la última de ellas el 11 de julio, cuando renunció el primer ministro Yehude Simon, un político de izquierda que estuvo en prisión por expresar simpatía por el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) y que antes de su nombramiento era presidente regional de Lambayeque.
"Es la crisis de un Estado excluyente, centralista, corrupto, opresor, y siempre al servicio de los grupos dominantes y extranjeros", dijo hoy el líder del opositor Partido Socialista, Javier Diez Canseco.
Simon, que reemplazó en el cargo de primer ministro a Jorge del Castillo, un estrecho colaborador de García y antiguo militante del Partido Aprista Peruano, quien se vio arrastrado por un escándalo de corrupción que involucraba a un ex ministro aprista, renunció a consecuencia de una protesta indígena en el Amazonas.
García ha insistido desde el año pasado en que los recursos del país deben ser utilizados para el beneficio de toda la población, como principal argumento de su estrategia para facilitar las inversiones en territorios de la selva, que estaban tradicionalmente bajo el control de las comunidades indígenas de la Amazonía.
Siguiendo esa hipótesis, el gobierno aprobó un paquete de leyes sobre la propiedad de la tierra y el manejo del agua que derivó en un largo paro en la región amazónica, de abril a junio últimos, que incluyó bloqueo de carreteras, ríos y la toma de yacimientos petroleros, uno de los principales recursos de la selva peruana.
Simon se propuso dialogar con los dirigentes indígenas pero las comunidades exigían la derogación de las leyes, pues fueron aprobadas sin su consentimiento, un requisito impuesto por las normas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Ante la negativa del gobierno a dar un paso atrás, las protestas se radicalizaron, se impuso el estado de emergencia y se ordenó a la policía el despeje de las carreteras tomadas.
El desalojo de una de las principales carreteras en la región del Amazonas dejó un saldo de 24 policías y 10 civiles muertos, lo cual generó una ola de rechazo contra el gobierno y su peor crisis.
Al respecto, el antropólogo Carlos Aramburú comentó en declaraciones publicadas hoy que "se ha priorizado la confrontación y no el diálogo" y que hubo "mucha arrogancia" en el manejo "desacertado" de la crisis.
Para dar muestras de corrección del rumbo, García cambió a varios ministros de su gabinete, empezando por Simon, que fue reemplazado por Javier Velásquez, muy cercano al presidente.
El 49 por ciento de peruanos calificó el conflicto en la selva como el peor episodio del tercer año de gestión de García.
Para un 30 por ciento, lo peor fue la excarcelación, revocada poco después debido a la presión pública, de Rómulo León, que fue ministro de Pesquería en la primera presidencia de García y está en en el centro de un escándalo por la adjudicación de varios lotes petroleros a una empresa noruega aparentemente gracias a sus influencias en el sector público.
Para el ex primer ministro Jorge Del Castillo, que precisamente dejó el puesto debido a ese escándalo, "hay que darle optimismo (al país), hay que cambiar la actitud nacional a una cosa positiva, proactiva, no depresiva".
"Si esto se logra, el Perú va a seguir avanzando como ha sido hasta ahora", agregó este domingo Del Castillo.
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