Tras 27 años de prestar su pluma y su cerebro a los líderes políticos del PSOE (empezando por Felipe González y siguiendo con José Luis Rodríguez Zapatero), Enrique Guerrero Salom acaba de estrenarse como eurodiputado en el Parlamento de Bruselas, con una mayoría conservadora. Pero de cara al futuro, ese hecho a Guerrero le preocupa menos que la actitud de la extrema derecha y de los euroescépticos, "más bien euroenemigos".
¿Qué le tembló cuando hizo su primera intervención en el Parlamento de Bruselas?
Nada. De hecho, pedí la palabra in situ. Cualquier diputado que esté presente cuando se debate un tema, y siempre que ya hayan intervenido quienes previamente han pedido la palabra, puede levantar la mano para hablar. La intervención es de un minuto, pero tenía muy claro lo que tenía que decir y no estaba nervioso.
Pero ¿no le dolió ni un poquito el estómago? Era el Parlamento Europeo, afloraba usted como diputado, con nombre y apellido, un tipo de la generación del 68, europeísta perdido ¿y no le sale ni un gallo en la voz?
No, nada de nervios. Otra cosa es la emoción.
Vale ¿y por qué esa emoción?
Sentí emoción por varias razones. Era la primera vez que mi voz era mía. Era el primer pleno de mi etapa como eurodiputado y no he tenido que esperar a que pasara un período de tiempo para saber de qué iba todo. Por último, se trataba de un tema de fondo, del tipo de relación que hay que mantener con Gobiernos que violan los Derechos Humanos. Hubo posiciones bastante contrapuestas.
¿Por ejemplo?
La intervención anterior a la mía, que fue la de Vidal Quadras. Prácticamente pidió la intervención militar en Irán. Por este conjunto de cosas, sí que sentí emoción.
¿Durante cuántos años ha prestado su pluma, su consejo, su cerebro a los demás?
Seriamente, desde 1982. Una de mis funciones en el primer gabinete de Felipe González era escribir.
¿Tenía usted escrita la intervención del minuto?
No, pero la había pensado.
¿Cuánto tiempo?
Diez minutos. Tras pedir la palabra tardaron diez minutos en dármela. Pensé claramente lo que iba a decir. No leí la intervención, pero por lógica, me salió como si estuviera escrita.
¿Cuántas veces le ha causado problemas ser más brillante que el jefe?
No tantas. Muchas veces los jefes ni siquiera saben quién les ha escrito la intervención. No he tenido problemas especiales. En alguna ocasión el jefe tiene necesidad de retocar algo para demostrar eso, que es el jefe, pero ningún problema en particular.
Desde que está en Bruselas ¿nota alguna erupción rara por compartir la cámara con mayoría conservadora, extrema derecha y demás fauna?
La existencia de una mayoría conservadora no es problemático en el Parlamento Europeo. Las posiciones comunes entre conservadores moderados y socialistas son frecuentes. Otra cosa es que dentro del Grupo Popular Europeo hay de todo. El problema sí está con los grupos de extrema derecha y con los contrarios a la Unión Europea, a los que de una manera demasiado compasiva llamamos los euroescépticos cuando son euroenemigos. Ahí sí he sentido algo, porque pasan del centenar.
¿Ese centenar es guerrero?
Pertenezco a la Comisión de Asuntos Constitucionales, donde tienen una fuerte presencia porque han peleado por meterse ahí. Tuvimos una sesión de asuntos constitucionales, donde valiéndose de un tema menor, abrieron un debate a propósito de la concepción de Europa. Intervino Jáuregui, intervine yo e intervinieron algunos de estos euroenemigos. Dicen que hay que acabar con todo esto de Bruselas, que los países tienen que volver a tener sus políticas nacionales. Europa les parece una milonga. Son un pelo agresivos.
En una situación de crisis ¿ese centenar es un peligro?
Son un riesgo, no sé si llegan a peligro. Hay un caldo de cultivo en la realidad europea, en la crisis, en los malos recuerdos históricos que tienen los ciudadanos de los países del Este. Hay una cierta posibilidad de manipular el tema de Turquía. En definitiva, hay que estar atentos porque han multiplicado su presencia.
¿Qué van a hacer los proeuropeos si el referéndum de Irlanda se pierde de nuevo?
Europa no es una opción, es una necesidad. En el primer referéndum los irlandeses entendieron que Europa era una opción y ahora parece que se inclinan por reconocerla como un hecho y una necesidad.
¿Tan seguro está del sí?
Nunca se está seguro, pero todo apunta a que han comprendido tras la crisis económica. Han tenido que reclamar la intervención comunitaria para resolver sus problemas específicos de crisis financiera y han comprendido la dimensión europea.
Los socialistas, el día que voten a Durao Barroso ¿se pondrán una pinza en la nariz?
La única declaración explícita de apoyo a Barroso es la de Zapatero. Cierto que no es una declaración menor. Los socialistas defendimos que no se votara en julio, sino en septiembre y lo conseguimos con el apoyo de los liberales. Vamos a someter a Barroso a una comparecencia, para que se comprometa con una serie de cuestiones. Va a haber presión para que no se vote a Barroso antes de las elecciones alemanas del 27 de septiembre y si prospera, no será antes del referéndum irlandés, a celebrar los últimos días de septiembre o primeros de octubre. No estamos en la oposición a Barroso y no hay alternativa a Barroso.
Visto desde Bruselas ¿Rajoy sigue siendo el mejor activo de Zapatero?
Hombre, para Zapatero ahora sería mejor activo Camps como candidato que Rajoy ¿no? (Risas).
O sea, que el lote completo de Camps, Bárcenas, Barberá, la corrupción en Madrid ¿compensa el deterioro salvaje de las políticas de Zapatero?
No nos lo podemos plantear así. Los temas que se refieren a la crisis, al diálogo social, al paro, son problemas reales que afectan a todos los españoles y hay que buscar soluciones. Una oposición desarbolada mejora tus posibilidades de sobrevivir, pero no cambia tu obligación para con los problemas de la ciudadanía.
¿Es muy casposa la política nacional vista desde Bruselas?
Más que caspa lo que ves es que la política está bloqueada entorno a tres o cuatro confrontaciones que tienen la característica de que no tienen solución. Y poco que ver con la vida de la gente.
¿Cuáles son esas tres o cuatro cuestiones?
El debate sobre las autonomías. No hay solución. El sistema autonómico es el que es y hay que gobernar con esa estructura. Plantear continuamente la confrontación administración central y autonómica sólo aumenta la tensión y no sirve de nada. Otro típico tema son las cuestiones morales: aborto, laicismo, la relación con la Iglesia...
¿Cuánto ha tardado en curarse la nostalgia de las cañerías de la Moncloa?
He tenido muchos cambios en mi vida profesional. Tengo un chip por el que me desprendo rápidamente de la nostalgia de los sitios pasados. Me produce más preocupación asumir los lugares nuevos que dejar los viejos. Cada vez que he cambiado de trabajo, he perdido peso. No, no tengo nostalgia de la Moncloa.
Entonces se habrá sentido liberado de Zapatero.
No. He comprendido que se acabó una etapa y tengo que empezar otra. Cuando salí de Moncloa tenía claro que no me iba a meter en otro cargo gubernamental. El Parlamento Europeo es perfecto.
¿Jáuregui y usted van a ser pareja de hecho en Bruselas?¿Está mejor Jáuregui?
Hemos coincidido en el mismo hotel, desayunamos a veces juntos. Le veo estupendamente, imbuido de que va estar cinco años y quiere disfrutarlo.
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