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Los mejores avances de la exploración espacial están en la Tierra

EFE
Actualizado 20-07-2009 15:37 CET

Washington.-  El horno microondas, el velcro, el GPS, las lentes de contacto y el láser son objetos e instrumentos corrientes que hoy no existirían si no hubiera sido por las tecnologías desarrolladas por la exploración espacial.

Desde que EEUU y la ex Unión Soviética iniciaron la carrera espacial a fines del decenio de 1950, pero sobre todo desde que hace 40 años el hombre pisó la Luna, los inventos para el espacio y sus aplicaciones en la Tierra han pasado a formar parte de la vida cotidiana.

Ésta sería hoy mucho más difícil si no existieran los utensilios inalámbricos, los pañales infantiles desechables, las sartenes antiadherentes, los termómetros digitales o simplemente los códigos de barras, que han simplificado el comercio minorista, y que fue un invento de la NASA para identificar los millones de piezas de sus naves.

"Es fascinante la forma en que las tecnologías desarrolladas para la exploración espacial han entrado en nuestras vidas", señaló Karina Edmonds, ex especialista de la Administración de Activos Tecnológicos del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA.

"La gente se asombraría si supiera cuántas cosas que usa en su vida diaria han tenido origen" en los esfuerzos científicos de la agencia espacial estadounidense, añadió.

Según manifestó a Efe Debora Wolfenbarger, del Programa de Innovaciones del JPL, la tecnología espacial ha tenido y sigue teniendo un gran impacto en la vida del ciudadano de a pie.

Dado el pequeño porcentaje que recibe la exploración espacial del presupuesto general, "la inversión ha valido la pena", añadió.

El presupuesto general fue de 2,9 billones de dólares en 2008 y un 0,6 por ciento de ese total fue asignado a la NASA.

El 20 de julio de 1969, el astronauta estadounidense Neil Armstrong se convirtió con su "pequeño paso" en el primer hombre que deja su huella en la Luna. A partir de ese día, los saltos de la ciencia espacial han sido gigantescos.

Y muchas de sus aplicaciones han ingresado en la vida cotidiana en cualquier lugar del planeta y han entrado en la cadena comercial sin sorprender a nadie.

Desde los días del programa Apolo que llevó a Armstrong a la Luna, en una noche estrellada se puedan ver cruzar el cielo, en algunos casos a simple vista, satélites científicos, meteorológicos y de comunicaciones, que transmiten sus imágenes a todo el mundo.

La información de los satélites meteorológicos se ha convertido en un elemento vital para pronosticar los huracanes y el estado del tiempo de manera precisa con días de anticipación.

Esos mismos satélites son los que han determinado el deshielo de los polos causado por el calentamiento global, así como el grado de contaminación que sufre el planeta.

Para los científicos la aplicación más importante de la ciencia espacial ha sido el GPS, que permite ubicar con precisión un punto en cualquier lugar del planeta con la ayuda de satélites.

Según la NASA, detrás de la simplicidad del Sistema de Posicionamiento Global existe un cúmulo enorme de conocimiento científico sobre el movimiento y los cambios que se registran en la Tierra.

El sistema, integrante habitual del equipo de un automóvil y hasta de un teléfono móvil, tiene aplicaciones científicas muy relevantes, porque puede ubicar los movimientos de las placas tectónicas, medir el aumento de los niveles marinos y, sobre todo, hacer mucho más segura la navegación aérea, según la NASA.

La lista de las aplicaciones de la era espacial a la vida diaria, casi interminable, incluye también los sensores infrarrojos designados para medir las ondas calóricas de los planetas y las estrellas, y que ahora están incorporados a los termómetros sin mercurio, y los pañales que llevan los astronautas en sus caminatas espaciales.

También los instrumentos inalámbricos, como la taladradora con la que Armstrong perforó las piedras lunares que trajo a la Tierra.

Los monitores cardíacos para controlar la salud de los astronautas son hoy de uso corriente en los hospitales, así como las lentes de contacto, desarrolladas para proteger a los navegantes del espacio de la luz ultravioleta.

Otros inventos son el teflón para proteger a los cohetes, los alimentos deshidratados, y los nuevos tubos de pasta dentífrica que contenían los alimentos de los astronautas en la ingravidez del espacio.

El último de los avances de la era espacial es un sistema de conversión de la orina en agua potable que ya se usa en los transbordadores y en la Estación Espacial Internacional (EEI).

Ese avance todavía no ha llegado a los terrícolas.

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