Issoudun (Francia).- Ningún positivo en la primera semana del Tour de Francia es un hito de los últimos años, en los que la caza de los tramposos se había convertido en parte integrante de la carrera, por lo que comienzan a surgir dudas sobre el celo en la búsqueda de sustancias prohibidas.
Todos los controles efectuados hasta el momento han sido negativos, según confirman a Efe fuentes de la lucha antidopaje, lo que ha llevado a algunos a dudar de la eficacia de los controles.
El presidente de la Agencia Francesa de Lucha contra el Dopaje (AFLD), Pierre Bordry, ha sido el primero en lanzar la voz de alarma al acusar a la UCI de "cierta complacencia con los deportistas".
Bordry no quiso dar más detalles pero su entorno reveló algo más que una casual amistad entre los inspectores de la UCI y el equipo Astana, el gran dominador del Tour.
La formación en la que conviven Alberto Contador y Lance Armstrong está siendo la más visitada por los "vampiros", pero según fuentes de la AFLD esa vigilancia está lejos de ser un modelo de control antidopaje por sorpresa.
En concreto, la agencia gala ha aireado un caso significativo, un control presuntamente por sorpresa el pasado sábado a un ciclista del equipo Astana -no revelan su nombre- que se hizo contraviniendo las normas impuestas por la propia UCI.
Al parecer, el médico de la UCI se acercó al hotel del equipo kazako en Andorra sin la preceptiva compañía del escolta-vigilante, como indican las normas. Una vez allí, y tras prevenir de su presencia, tomó un café con representantes del Astana, por lo que el control no se hizo hasta 50 minutos más tarde de la llegada del médico. Toda una eternidad en este tipo de controles.
El protocolo exige que desde el aviso hasta que se recogen las muestras no pasen más de diez minutos y que, en ese tiempo, el ciclista esté acompañado de un vigilante para evitar que consuma productos que oculten el consumo de dopantes.
"Mientras que nuestros médicos y nuestros escoltas muestran un gran profesionalismo, parece que son más complacientes en el caso de los de la UCI", afirma Bordry.
El presidente de la AFLD ha pedido una reunión urgente con el de la UCI, Pat Mcquaid, para aclarar todos estos puntos.
Mcquaid no ha tardado en mostrar su disgusto: "No tolero que se diga que tratamos a un equipo de forma diferente".
El patrón de la UCI pidió un informe sobre lo que sucedió el sábado pasado en el hotel de Astana en Andorra y señaló que las conclusiones son satisfactorias: "Se respetó el procedimiento. Los inspectores iban a controlar a dos equipos, primero se hizo uno y luego con el otro. Por eso se tardó algo más".
A Mcquaid no le extraña que todavía no haya aparecido ningún positivo y afirma que el pasaporte biológico es la clave, porque "ha disuadido a los ciclistas de la tentación del dopaje".
"Conocen el riesgo que corren si se dopan", asegura Mcquaid, que unos días antes del Tour aireó el nombre de los cinco primeros ciclistas cazados por el pasaporte biológico, cinco corredores de poca entidad en el pelotón actual.
El presidente de la UCI rechaza que se haya bajado el pistón en la lucha contra el dopaje. Antes del Tour, la UCI llegó a un acuerdo con al AFLD para retomar la lucha contra el dopaje en la ronda gala, después de que el año pasado estuviera ausente por desavenencias con los organizadores.
El trabajo de la AFLD fue muy alabado, sobre todo porque lograron detectar la CERA, una EPO de tercera generación, y desenmascarar al italiano Riccardo Ricco, la sensación de la primera semana del pasado Tour, y al austríaco Bernard Kohl, tercero en el podium de París.
Con la vuelta de la UCI a la responsabilidad antidopaje, han vuelto las dudas, afianzadas con las palabras de Bordry.
Mcquaid se mantiene inflexible a la crítica y asegura que "no se puede hacer más en la lucha contra el dopaje". "Ayer se hicieron 50 controles. Tampoco podemos estar molestando todo el tiempo a los corredores, que tienen otras cosas en las que pensar", añade.
El dopaje no está siendo la noticia de este Tour de Francia, centrado en la batalla interna entre Contador y Armstrong.
Los medios franceses, hasta ahora muy críticos con el tejano -sobre todo desde que el diario "L'Équipe" reveló que había restos de EPO en la orina recogida en 1999, el año de su primer Tour- han cambiado de discurso y presentan ahora al galo como un ejemplo de superación de su cáncer y de pundonor, capaz de volver al primer nivel con 37 años y tres de ausencia.
El diario deportivo, referencia en la información sobre la lucha contra el dopaje, también guarda silencio este año, lo que invita a recordar la carta de protesta que a principios de año envió el Sindicato de Periodistas del diario en protesta por una orden interna que invitaba a sus reporteros a hablar menos de estos asuntos.
"L'Équipe" pertenece al grupo ASO, el mismo que organiza el Tour, y esa orden fue interpretada como intento de no matar la gallina de los huevos de oro. Poco después, ASO cambió su cúpula. Echó a Patrice Clerc, al que consideraban demasiado obstinado en la búsqueda de tramposos.
Sin su presidente al timón, el Tour firmó la paz con la UCI. Un armisticio imposible con Clerc, que reprochaba a la UCI falta de celo en la lucha contra el dopaje. Y vuelta a empezar.
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