L'Aquila (Italia).- L'Aquila (Italia), 10 jul (EFE).- La cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G-8 concluyó hoy en la ciudad italiana de L'Aquila con el compromiso de los líderes mundiales de donar 20.000 millones de dólares contra el hambre y con la vista puesta en una posible ampliación del club a catorce miembros.
Después de tres días de encuentros al más alto nivel, los países del G-8 (EEUU, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Canadá y Rusia) acordaron hoy la financiación necesaria para contribuir a la seguridad alimentaria en el mundo, un compromiso que llegó tras reunirse con varios países africanos.
El último borrador del documento final sobre seguridad alimentaria, promovido por el presidente estadounidense, Barack Obama, indicaba que el aporte de dinero contra el hambre sería de 15.000 millones de dólares en tres años, pero finalmente los líderes anunciaron un incremento adicional de 5.000 millones.
Según un alto funcionario estadounidense, el aumento en las donaciones se produjo después de la intervención en la reunión de Obama, quien mencionó sus vínculos familiares con África -su padre es de origen keniano- para subrayar la importancia de la seguridad alimentaria.
Esta cifra, aunque mayor de la esperada, no termina de convencer a todo el mundo, pues la ONG Ayuda en Acción afirma que los 20.000 millones de dólares son sólo un tercio de lo que el mundo necesita.
Con mayor o menor dinero, el Fondo Internacional de las Naciones Unidas para el Desarrollo de la Agricultura (IFAD) muestra su satisfacción por el hecho de que la seguridad alimentaria haya entrado a formar parte de la agenda del G-8, que desde el miércoles se reunió en L'Aquila, epicentro del seísmo del pasado abril que causó 299 muertos.
Tras el encuentro de este viernes entre el G-8 y los representantes africanos -entre ellos Libia, Etiopía y Angola- también fue aprobada una declaración para el fomento del desarrollo del acceso al agua y los sistemas higiénicos en África.
Asimismo, los países reunidos aprobaron luchar contra la piratería en África oriental y contra el narcotráfico.
Varios de los líderes del G-8 expresaron ante la prensa la importancia del cambio de signo en el Gobierno estadounidense, tras el relevo del anterior presidente, George W. Bush, e indicaron que esta es una de las razones del éxito de algunas iniciativas.
Uno de los acuerdos más celebrados por los líderes fue el compromiso alcanzado ayer por el Foro de Economías Principales (FEP), formado por el G-8, el G-5 (China, India, Brasil, México y Suráfrica), Indonesia, Australia y Corea del Sur, para cerrar la Ronda de Doha de liberalización del comercio mundial antes de 2010.
En la rueda de prensa posterior a la clausura de la cumbre, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, que ocupaba la Presidencia de la reunión, afirmó que el G-8 no es suficiente para tomar decisiones de alcance global y que este grupo debería ampliarse a catorce miembros, con la entrada del G-5 y Egipto.
Su posición se suma a la de los jefes de Estado francés, Nicolas Sarkozy, y brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que se declararon partidarios de reformar el G-8 para que sea más representativo.
El presidente estadounidense calificó la cita clausurada hoy en L'Aquila de "muy productiva", pero reconoció que el sistema actual de cumbres internacionales podría "hacerse más efectivo", de modo que se celebren menos reuniones de líderes y que las que tengan lugar sean "tan productivas como sea posible".
Obama, que se mostró partidario de reformar la ONU porque, según él, ahora "no funciona como debería", lamentó que no se haya alcanzado un acuerdo entre el G-8 y las llamadas economías emergentes para sellar un objetivo concreto de reducción de emisiones de CO2 para 2050.
En L'Aquila, los países ricos acordaron reducir sus emisiones en un 80 por ciento para 2050, pero el G-5 sólo accedió a comprometerse con que la temperatura media global no aumente más de dos grados centígrados respecto a la época preindustrial.
El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, se declaró "insatisfecho" por la falta de acuerdo sobre la reducción de emisiones y convocó una conferencia internacional sobre cambio climático antes de la próxima cumbre del G-20, que se celebrará en septiembre en Pittsburg (EEUU).
En cuanto a los asuntos económicos, Berlusconi afirmó que durante la cumbre los líderes se mostraron de acuerdo en acabar con la especulación en el mercado del petróleo.
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