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CR9: qué derroche de amor, cuánta locura

Por SOFÍA RUIZ DE VELASCO (SOITU.ES)
Actualizado 07-07-2009 00:09 CET

Nunca un jugador había conseguido llenar el Bernabéu en su presentación oficial. Ni Zidane, ni Ronaldo. Nadie. Sólo Cristiano Ronaldo ha conseguido tal hazaña y el tipo se ha quedado de un aire. Se le veía tan nervioso, que ha cogido el balón para dar unos toques y no ha dado una. Y el Madrid entregado. A él y a 'Floren', otra especie de semidios merengue. "Cristiano crack, Florentino más", decía un cartel.

Una hora antes de que el portugués saltara al campo madridista, los alrededores del Bernabéu parecían una extraña mezcla entre un botellón poligonero y la entrada a un palco de las Ventas. Un montón de hombres con bermudas beige, náuticos y polo agarrados de la mano de niños vestidos igual se cruzaban en las escaleras con auténticos canis en pantalones pirata, camisetas de tirantes y pelos rapados con flequillo. Maravillas del fútbol.

El público llevaba ya tiempo dándolo todo —desde bien pronto por la mañana había aficionados haciendo cola a las puertas del campo—, haciendo la ola, coreando el nombre de su nuevo fichaje y mirando atentamente la pantalla donde se repetían una y otra vez goles del portugués. De pronto se entiende la emoción futbolera. 80.000 personas gritando a la vez, jaleando una pantalla en la que aparece un jugador chulo, orgulloso y muy muy expresivo, que celebra los goles de forma provocadora pidiendo al público que aún le aplauda más. Y que no falte un poquito de autopromo con un vídeo de golazos de Zidane, de Raúl, de Roberto Carlos, imágenes de Guti, de Sergio Ramos. De fondo Nessun Dorma, que es infalible para contagiar emociones. La épica ya está servida.

Entonces, cuando el público está a punto de caramelo, Florentino presenta a su última adquisición. Locura colectiva. Llevará el 9 y se llamará Ronaldo, aunque eso haga que algún fan no muy entregado recicle la camiseta del otro Ronaldo y se pierdan algunos durillos para rentabilizar los 94 millones que ha costado el portugués.

Debe impresionar entrar en un campo enorme, lleno de gente que va a verte 15 minutos cómo dices tres frases hechas y das patadas a un balón. Da igual que seas Cristiano Ronaldo y que hayas ganado una copa de Europa y tres Premiere Leagues con el Manchester United o que se te haya tirado encima Paris Hilton en minifalda. De hecho, el jugador al principio no pudo hablar. Estaba emocionado. No sabemos si el Nessum Dorma también había hecho efecto en él. En fin, que le costó y arrancó como un chaval de 24 años, que es lo que es. "Me han dicho mis amigos que sea natural", dijo. Un sueño cumplido, el de jugar en el Madrid y la sorpresa de ver el campo a reventar le pusieron nervioso y cuando empezó a dar toques al balón parecía más bien un aprendiz.

Y es que no todo puede ser idílico. Había un niño que iba a tener la suerte de subir al escenario con el jugador y recibir una camiseta firmada por él. Pues resulta que al niño, como dejó bien claro cuando le entrevistaron en los preliminares, quien le gusta es Kaká. Una faena porque cuando ha salido a por su camiseta y ha posado con CR parecía el peor día de su vida.

Pero no acaba aquí la cosa. El jugador ha dado un paseíllo alrededor del campo para tener contentos a los aficionados de todas las partes del campo. Cada balón o pelotita que le caía cerca la intentaba devolver pero siempre se interponía alguna torpeza. Vamos, que no era su día —esperemos, que si no toda esta emoción se puede convertir en llanto—. Y para no acabar con el surrealismo, de pronto, como si fueran hormigas histéricas, un montón de niños, y no tanto, han invadido el centro del campo ante la impotencia de los 'seguratas', que les perseguían desesperados y les hacían placajes insólitos, zancadillas y hasta han tratado de esposar a un niño de unos 12 años. En ese momento alguien se ha llevado a Cristiano del campo, no fuera a asaltarle un chaval alocado. Se acabó el derroche de amor que hoy el Bernabéu ha brindado a CR9 y que el jugador seguro devolverá. Porque mejor que siga el idilio. No sería la primera vez que el portugués manda callar a su propio público. Eso sí, emociones no van a faltar.

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