Barcelona.- Unas ochenta obras provenientes de museos y colecciones de todo el mundo del fovista francés Maurice de Vlaminck, un rebelde y provocador artista, considerado clave para entender la renovación de la pintura de vanguardia europea de principios del siglo XX, se exhiben desde hoy en Barcelona.
Ubicada en CaixaForum, después de verse en Madrid la primavera pasada con gran éxito de público, la exposición, que se ha montado en colaboración con sVo Art, muestra la evolución del pintor desde un primer periodo influenciado por el postimpresionismo hasta la iniciación del fovismo, su posterior alejamiento, y su acercamiento a Cézanne.
Asimismo, se exponen un conjunto de cerámicas que el artista pintó a partir de 1906 y una selección de sus esculturas de procedencia africana y oceánica, puesto que fue uno de los primeros en descubrir este arte.
La comisaria Maïthé Vallès-Bled ha explicado hoy en rueda de prensa que el francés, nacido en 1876 y fallecido en 1958, es uno de los principales representantes del fovismo y siempre se presentó como un autodidacta, aunque "conocía muy bien la pintura de su época".
Según Vallès-Bled, fue siempre un rebelde y un provocador, anarquista, "que cuestionó los principios de la pintura y del impresionismo decadente que se mantenía a principios del siglo XX".
A la hora de plasmar su trabajo sobre una tela, "fue uno de los artistas más virulentos de su momento, no dudando en utilizar colores puros, tal como salen del tubo, y expresó a través del color todo lo que antes se había expresado con otras técnicas".
A diferencia de otros coetáneos, su inspiración y su experimentación no fueron los paisajes del sur de Francia, sino los de las orillas del Sena, que solía recorrer en bicicleta.
Precisamente, la comisaria ha recalcado que por sus circunstancias vitales -se casó muy joven y a los 23 años ya tenía 3 hijas- simultaneó su oficio de pintor con otros muy alejados de este ámbito y ejerció como corredor ciclista, de regatas e incluso enseñó música.
No empezó a vivir de la pintura hasta los años 1905-1906 y considera Vallès-Bled que siempre pintó "con tonos muy gruesos, muy rápidos, con el color vertido directamente sobre la tela".
En 1900 había conocido a André Derain, una de sus mayores influencias, compañero de viaje vital, que le llevaría a ejecutar este tipo de pintura, de colores casi puros, bautizada con el calificativo de "fauve", que en francés significa fiera.
En este tiempo conoce también la obra de Van Gogh, que le impacta, y entabla amistad con Matisse y Picasso.
A partir de 1907, se empieza a alejar del fovismo, entendido más como grupo de amigos que como movimiento artístico, y, desorientado, descubre la obra de Cézanne, quien seguía el principio de que todas las formas geométricas ya existen en la naturaleza.
Será, justamente, la realidad que le ofrece la naturaleza su fuente de inspiración, acabando en la década de los años veinte "siendo muy naturalista, hasta el extremo de que algunos críticos entendieron que era demasiado clasista, aunque nunca renunció a la fuerza del color".
La exposición, que podrá verse hasta el próximo 18 de octubre, se detiene, asimismo, en un conjunto menos conocido de su obra como son una serie de naturalezas muertas y retratos de amigos y vecinos, que llaman la atención por su poder expresivo.
Otro apartado importante de este monográfico son sus cerámicas, de las que existen unas 150 piezas catalogadas, así como una decena de piezas que muestran la influencia que Vlaminck recibió de la escultura africana y oceánica.
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