Madrid.- Maurice de Vlaminck formó parte junto con Matisse y Derain de los pintores conocidos como fovistas (fieras), pero a diferencia de estos es poco conocido en España, donde ahora se le dedica una primera exposición que reúne en CaixaForum ochenta obras.
Considerado como uno de los más radicales de su generación por su uso estridente del color y su distorsión de las formas, Vlaminck (1876-1958) fue uno de los artistas clave para entender la renovación de la pintura europea de vanguardia de principios del siglo XX.
"Maurice de Vlaminck, un instinto fauve. Pinturas de 1900 a 1915", que abrirá sus puertas el próximo día 11, es la primera exposición que se dedica a este artista en España, donde llega después de su exhibición el pasado año en el Museo de Luxemburgo, en París, con motivo del cincuenta aniversario de la muerte del pintor.
La comisaria Maithe Vallès-Bled ha planteado un recorrido en el que se muestran las obras que Vlaminck pintó en su período de "conmoción estética" y que son "testimonio de búsquedas de restitución del espacio".
Artista que a lo largo de su trayectoria no dejo de experimentar, la exposición incide en su periodo vanguardista, entre 1900 y hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial, con ejemplos de un primer periodo influenciado por el postimpresionismo hasta la iniciación del fovismo y su posterior alejamiento tras conocer a Cézanne.
Vlaminck, que compartió con André Derain estudio en Chatou donde les visitaba Matisse, fue un revolucionario autodidacta, icono del fauvismo, que contribuyó con su obra a la renovación de la pintura dentro de la vanguardia europea de principios del siglo XX.
"Fue el único pintor fovista que no vivió en el sur de Francia. La luz mediterránea tuvo gran influencia en el movimiento, pero la explosión del color en él se produjo en los alrededores del Sena", señaló la comisaria, quien destacó que en la exposición se pueden contemplar dos de los retratos más antiguos, fechados en 1900, y otro de la época en que compartía estudio con Derain.
Las obras reunidas, procedentes de dieciocho museos y colecciones de diez países, muestran paisajes llenos de color desbordante y tonos muy vivos realizados en el valle del Sena, naturalezas muertas y retratos así como un conjunto de cerámicas que pintó a partir de 1906.
La muestra incluye también una selección de esculturas africanas y oceánicas coleccionadas por Vlaminck y que fueron fuente de inspiración para los fovistas.
Maithe Vallès-Bled recordó que en el año 1907 el Salón de los Independientes dedicó la primera exposición retrospectiva a Cezanne "y esta tuvo una gran importancia en él, en su nueva estructuración de los volúmenes".
El conocimiento de la obra de Cezanne le lleva a iniciar un lento giro en su pintura alejándose de los postulados fovistas. Su pintura se vuelve más ordenada, más geométrica, y en ella las forman toman más importancia que el color.
La exposición permite también observar como, a pesar de sus nuevas ideas, "le es muy difícil renunciar al color puro, al salido del tubo. A partir de 1907 empieza a mezclar colores, pero le cuesta romper con el puro", afirmó la comisaria para quien Vlaminck "se mantuvo fiel a la realidad aunque coqueteó un poco con las preocupaciones cubistas".
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