Se realizarán trasplantes de cara, por primera vez en España, antes de terminar el año. Dos hospitales, de Valencia y Sevilla, han sido los autorizados para este reciente hito de la cirugía. Pero, ¿qué dificultades entraña?
El primer trasplante de cara que se realizó en el mundo fue en Francia en Noviembre de 2005. Por desgracia, la mujer que recibió el trasplante ha fallecido recientemente por un fallo cardíaco que se piensa que surgió debido a una infección. Desde que el primer trasplante de cara tuviera lugar, más países se han sumado a este nuevo hito, como Estados Unidos y China.
Quedan unos meses para que el trasplante de cara sea una realidad también en nuestro país. La Organización Nacional de Trasplantes (ONT) ha autorizado al Hospital La Fe de Valencia y al Virgen del Rocío de Sevilla para llevar a cabo este tipo especial de trasplante. Los pacientes que recibirán una nueva cara ya están a la espera del donante adecuado. Debe ser una persona con unas dimensiones similares a las del receptor, mismo sexo, edad similar y con el mayor grado posible de compatibilidad de tejidos. Además, la textura y el color de la piel deben ser cuanto más parecidos mejor.
Hoy por hoy, aún no se ha realizado ningún trasplante de cara completo en el mundo. Los que hay hasta el momento se tratan de trasplantes de cara parciales, concretamente de la región inferior. ¿Las razones? La primera, normalmente, no suele existir una desfiguración en la totalidad de la cara que obligue a una sustitución completa de ella. La segunda, trasplantar una cara completa es algo muy arriesgado especialmente por la relación de los párpados con los ojos. Si algo sale mal, como una infección o un rechazo en los párpados, se podrían dañar severamente los globos oculares. Además, si ante un rechazo se retirase el trasplante de cara completo (y con ello, los párpados), aunque fuera un tiempo mínimo, los ojos podrían sufrir un daño irreversible con el resultado de una ceguera. El trasplante de cara más extenso realizado hasta el momento se llevó a cabo en Estados Unidos y suponía el 80% de la cara.
No hay que perder nunca de vista que los trasplantes de cara no son una cuestión de vida o muerte como podrían serlo los trasplantes de corazón e hígado. En los trasplantes de cara se intenta corregir y minimizar grandes desfiguraciones del rostro que llevan a importantes secuelas psicológicas, sociales y, a veces, funcionales (problemas para masticar u oler, por ejemplo). La posibilidad de inducir graves problemas en los ojos debido a un trasplante de cara completo inclinaría la balanza de beneficios-riesgos hacia el lado menos agradable.
Es sumamente importante que los receptores vivan cerca del hospital o puedan desplazarse hacia allí rápidamente. La cara es viable para el trasplante durante 6-8 horas después de haberse extraído del donante por lo que el tiempo es fundamental. De hecho, se ha tenido en cuenta este factor en los receptores que se han seleccionado para los trasplantes de cara aprobados en España.
El trasplante de cara parcial es todavía una cirugía experimental. Se han realizado muy pocas operaciones de este tipo (7 en todo el mundo) y no hay protocolos establecidos. Esto significa que cada operación es bastante artesanal, en el sentido de que se amolda a cada paciente.
Además, es una cirugía compleja ya que se trasplantan distintos tipos de tejidos al mismo tiempo: Músculos, piel, vasos sanguíneos, nervios, etc... El tiempo de la cirugía es largo y se estima que son necesarias más de 12 horas sólo para colocar el trasplante (más o menos horas dependiendo del paciente y las circunstancias de la operación). Es decir, es una cirugía técnicamente complicada por la cantidad de elementos que hay que conectar con suma precisión.
Como en todos los trasplantes, aquellos a los que se les realiza un trasplante de cara van a tener que tomar de por vida medicación inmunosupresora. Esta medicación se emplea con la finalidad de que las defensas del propio paciente no se vuelvan en contra del trasplante y lo ataquen, lo que comúnmente llamamos rechazo. Las principales desventajas de la inmunosupresión son la aparición de infecciones y un incremento ligero en la aparición de tumores.
Debido a los importantes riesgos para la salud que tienen asociados los trasplantes de cara, muchos profesionales de la salud tienen dilemas éticos importantes. Al no ser un elemento vital para la supervivencia muchos se preguntan si la reconstrucción de un rostro severamente desfigurado merece la pena a costa de un riesgo palpable para la supervivencia de la persona, que puede ver disminuida su expectativa de vida varios años. Para los pacientes, este dilema ético no tiene sentido, saben lo difícil que es vivir cada día sin una cara.
Aunque había cierto miedo sobre la aparición de crisis de identidad en los pacientes con una nueva cara, esto no ha ocurrido aún en ninguno de ellos. Posiblemente porque las dificultades psicológicas que tienen que pasar por vivir con una cara desfigurada son muy superiores a la de vivir con una cara más normal, aunque no sea la suya propia.
Uno de los mitos que están floreciendo en torno a los trasplantes de cara es sobre la posibilidad de que, tras el trasplante de cara, el paciente se parezca al donante fallecido. Esto no puede ocurrir debido a que son los huesos del receptor los que van a determinar, con mucho, la forma y configuración de la cara que se recibe.
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