Miguel Ángel Silvestre, cansado de tanta loa a su hercúleo y formidable aspecto, decidió borrarse de la ecuación. Fue en enero, cuando El Duque murió. 'Sin tetas no hay paraíso', que le convirtió en un gigante, le había quitado todo lo demás. A saber: intimidad, anonimato y tranquilidad. Desde entonces anda mudo. Ni rastro de él en cine o tele y es en días como hoy, que sale de su búnker, cuando nos encontramos a un hombre al que engulló la fama y que no sabemos si volverá a emerger profesionalmente.
No concede entrevistas. Eso va por delante. La presentación de 'A contraluz', título global bajo el que se han presentado esta mañana los tres cortos —'Contracuerpo' (2005), 'Alumbramiento' (2007) y 'The End' (2009)— de Eduardo Chapero-Jackson, le ha devuelto a la acción, pero poco. Nada de fotos en solitario, en contra de la ortodoxia de los posados periodísticos. Ésa ha sido su segunda condición, la cual ha soliviantado a todos los cámaras congregados. "Si no posas en solitario, borramos las tarjetas ahora mismo", han llegado a amenazarle. Su timidez-humildad-aprensión le han granjeado más de un abucheo. "Vas por mal camino, bonito", la una. "Este tío, cuando se caiga, se va a dar una hostia", el otro. Al final ha claudicado.
La participación de Silvestre en 'A contraluz' se limita al cameo de un minuto que protagoniza en 'The End', el más reciente de los trabajos de Chapero. Media hora para contar en inglés, y en clave de western, una parábola acerca de un mundo futuro en el que el agua se cotiza al precio de la gasolina y cualquier ciudadano tiene derecho a portar armas. Crepuscular. Una gorra bien calzada y una barba de dos días coronada por un bigote tamaño extragrande le hacen irreconocible, de modo que si no te cuentan que él interpreta al gasolinero, no le reconoces. Por eso su presencia, en rigor, debería haber sido testimonial esta mañana; pero Silvestre, el Duque —nunca persona y personaje estuvieron tan pegados— es noticia hasta compranado el pan. Tanto da que no tomara decisiones creativas durante el rodaje o que su personaje no ayude en nada al desarrollo de la acción: 'The End' es "su corto" en vez de "el corto de Chapero".
Pero él, y esto es justo decirlo, no ha querido apropiarse de la atención. Pelotas fuera cuando le preguntaban si su interpretación en inglés se debía a que está intentando irse de España porque se ha aburrido de estar aquí. Patapum 'pa'rriba' cuando se le ha cuestionado acerca de si está preparado para fracasar en su próximo proyecto. No le hace gracia, se nota, si le dicen que por qué tarda tanto en decidirse y si preferiría que El Duque no hubiera muerto. Tiene una salida para todo. Es su comodín: "Estoy estudiando, leyendo nuevos proyectos, llenándome de cosas nuevas y cargando las pilas [...]. Ahora mismo me dejo llevar y estoy abierto a lo que venga. No tengo interés en irme a ningún sitio porque en España se está muy bien, con grandes historias para contar y grandes directores. [...] Ya tengo claro mi siguiente proyecto (que no ha desvelado pero que dicen le unirá de nuevo a Telecinco) y no tengo ningún miedo a fracasar porque eso sólo te bloquea".
Pocos titulares, pues, han salido de la boca del nuevo Bardem, como algunos ya le llaman con malicia a sus espaldas por su alergia a los medios. Su feroz distanciamiento de la prensa es casi más noticia que el hecho de que Chapero-Jackson se lance a la carrera comercial de las grandes salas (en los UGC de Madrid, Valladolid, Valencia y Cádiz a partir de este viernes).
Toda una 'celebrity' para promocionar un producto minoritario que acaba produciendo el efecto inverso al deseado. ¿Y cómo ve eso el director? "Nosotros hemos buscado ser coherentes con Miguel Ángel y por eso no ha concedido entrevistas individuales ni iba a hacerse (en principio) fotos solo. No queríamos explotarle. Se ha prestado a apoyar la iniciativa porque le parecía muy bonita, pero la atención que recibe es desproporcionada con respecto a su participación real en las historias, que es muy especial pero reducida. Y los medios funcionan como funcionan: a veces es bonito y otras... cuestionable.".
El tiro promocional que sale por la culata. El monstruo que se come a su creador. ¿Hace bien Silvestre en patrocinar de manera etérea o sólo empaña? Tú decides.
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