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El exilio en España marcó la proyección universal de Onetti, dice Sanguinetti

EFE
Actualizado 19-06-2009 20:51 CET

Montevideo.-  Juan Carlos Onetti fue "uno de los fundadores de la moderna narración latinoamericana" y su exilio en España fue el hito que marcó su proyección universal, explica el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti en torno a la figura del escritor, cuyo centenario se cumple en unos días.

En una entrevista con Efe, Sanguinetti se explaya sobre la admiración y amistad que le vinculó a Onetti, a quien define como "un raro" en la literatura, capaz de codearse con figuras como Sartre o Faulkner por su impronta literaria, sin renunciar a su esencia rioplatense.

"Está claro que cada vez se le va entendiendo más y aquel Onetti algo hermético o algo reducido a los cenáculos literarios hoy está cediendo paso a un Onetti que ha llegado a la gente y que todo el mundo reconoce como uno de los grandes fundadores de la moderna narración latinoamericana", explica el político e historiador.

Quien fuera el primer presidente democrático después de la dictadura uruguaya en 1985 se une al homenaje que estos días se presta en este país y en España al gran escritor, de cuyo nacimiento en Montevideo se cumplirán cien años el próximo 1 de julio.

Sanguinetti abunda en la descripción de Onetti, a quien conoció en sus años mozos, cuando el escritor ya aparecía como una figura señera de la literatura uruguaya.

Era "un personaje algo enigmático", que "despreciaba todo lo que era la publicidad", dice el ex presidente al contar cómo conoció a Onetti en el diario "Acción".

"Aparecía en la redacción con su abrigo cruzado y su sombrero gris tipo borsalino, enorme. Había una leyenda sobre ese sombrero, por un agujero que tenía, de cuando el diario lo envió a Bolivia en un episodio político, con una elección y una revolución de por medio. Hubo un ataque y una esquirla pasó por arriba del sombrero de Onetti", refiere Sanguinetti.

El ex mandatario colorado cuenta muchas anécdotas sobre Onetti, a quien visitó en su residencia de Madrid cuando fue galardonado con el Premio Cervantes en 1980, y donde tuvo oportunidad de entregarle años más tarde el Premio Nacional de Literatura de Uruguay.

Onetti se exilió a España en 1975, después de que el gobierno dictatorial que gobernaba Uruguay desde 1973 le encarcelara durante tres meses por el mero hecho de ser parte de un jurado que premió un relato calificado de obsceno y pornográfico por el régimen.

"Cuando le dieron el premio Cervantes -cuenta Sanguinetti-, yo estaba en España y le llamo y le digo: 'Juan Carlos, te felicito ¿cómo estás? Yo -respondió-, podrido (harto) de Onetti".

Finalmente, agrega, "le fui a ver y salimos a comer a un restaurancito andaluz en Madrid. Se puso un traje oscuro, una chaqueta oscura y unas alpargatas, y así salió. Su esposa le dijo: ¿Pero Juan Carlos a dónde vas así? pareces un mamarracho".

Onetti fue categórico: "A mí dejadme. Yo soy el poeta del barrio, así que el andaluz nos va a dar de comer bien igual".

Finalmente, sigue Sanguinetti, "así salió y yo creo que fue una de las últimas veces que abandonó su casa" de la Avenida de América, donde permaneció muchos años recluido, "exiliado" en su cama, con los únicos "vicios" del tabaco, sus vasos de whisky y los manoseados ejemplares de novela negra, de la que era gran aficionado.

El autor de "El pozo", "La vida breve", "El astillero" y "Juntacadáveres" murió el 30 de mayo de 1994 en Madrid, sin ganas ya de volver a Montevideo, pero con el recuerdo constante de su país natal.

Tras su estancia en la cárcel "se fue a España y ahí viene la paradoja de que, de un hecho desgraciado, sale un hecho feliz. En España fue reeditado, revisitado, promovido como uno de los precursores del famoso boom, aunque él no fuera parte propiamente de dicho boom literario", dice Sanguinetti.

Según el ex presidente, Onetti "nunca tuvo una dimensión popular" en Uruguay, pero "eso cambió cuando fue a España" y se le reconoció como un autor de "un espíritu sensible, muy atenido a sus códigos de principios, con un sentido enorme de compromiso con su propio trabajo, con su propia literatura".

Sus personajes, subraya, aparecen "atados a la decadencia, a la falta de horizontes, a los pequeños grandes odios", pero finalmente son siempre "redimidos de algún modo por un ramalazo de amor".

A su leyenda contribuyó "Santa María", la ciudad mítica en la que Onetti fijó su universo literario, y que, "como todos los grandes escritores que se basan en su comarca", hizo de él "un escritor universalista" sin perder sus orígenes.

"Onetti en ese sentido es un escritor profundamente rioplatense, en su léxico, en su lenguaje, y en esa visión algo escéptica de la vida, o un poco crítica, instalada en una ciudad que es imaginaria, pero que todo el mundo la ubica en Buenos Aires o Montevideo", añade.

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