Si en España los ciclistas protestan por no poder combinar las bicis con el tren, en Holanda es el propio ferrocarril el que ofrece al viajero una bicicleta para que pueda seguir pedaleando una vez que llega a la estación. Se trata de OV-Fiets, un proyecto holandés que busca la perfecta combinación entre las bicis y el transporte público. La compañía nacional de los ferrocarriles holandeses, NS-Station, ha instalado aparcabicis y servicios de préstamo en más de 200 estaciones del país. Su objetivo: que los ciclistas puedan aparcar su vehículo de dos ruedas en la estación de tren, subir al vagón y luego salir pedaleando de nuevo. Poco tiene que ver con el 'bicing' que encontramos en ciudades como Barcelona, Sevilla o París.
Muchos son los holandeses que combinan las dos ruedas con el tren o el autobús. Según datos de NS Fiets, compañía que gestiona directamente el servicio de bicis, el 40% de los pasajeros que llegan a las estaciones de tren lo hacen subidos al sillín. Lo curioso es que de todos ellos, sólo un 10% cogen de nuevo la bicicleta cuando se bajan del vagón. Ese 30% de diferencia es precisamente el público que quiere atraer OV-Fiets. Como contaba Herman Gelissen, director de NS-Fiets, "nuestro objetivo es llegar a esos viajeros que van a la estación en bici, pero que tras llegar a su destino no se suben de nuevo al sillín; queremos que esos usuarios —que sobre todo se trata de gente de negocios— alquilen nuestras bicicletas en la estación de destino para que pedaleen hasta la oficina y así ofrecer un servicio de puerta a puerta".
¿Cómo funciona el servicio de préstamo? Para poder subirse a una de las bicis OV-fiets, el usuario tiene varias alternativas: comprar una 'tarjeta de movilidad' con unas tarifas determinadas o abonarse al servicio que da la compañía de trenes a través de su página web —esta opción tiene con descuentos—. Al cabo de una semana, recibe una tarjeta "OV fietspas" y una clave por correo que tendrá que recordar para empezar a usar las bicis.
El proceso es sencillo y rápido: sólo hay que pasar la tarjeta por un lector de código de barras (ver vídeo) y un dispensador automático (o el propio personal de la empresa) te entrega la bicicleta. En apenas unos minutos ya tienes tu bici. La devolución de la bici se debe hacer en el mismo punto en el que se recogió, si no el usuario tendrá que pagar un coste extra de unos diez euros. Como explica Gelissen, "la idea es evitar lo que ocurre en ciudades como Barcelona, donde el servicio de 'bicing' utiliza una gran cantidad de camiones contaminantes sólo para mover las bicicletas de un lado a otro".
¿Cómo se paga el servicio? El precio de un paseo de hasta 20 horas cuesta lo mismo que un billete de tren o autobús: 2,85 euros. A esta cantidad hay que sumarle los 9,5 euros al año que deben pagar el ciclista en el caso de que se abone al servicio —si no se abona, el precio supera los tres euros—. Lo mejor de este servicio es que no hay que pagar cada vez que se coge la bicicleta, sino que la compañía de trenes envía una factura todos los meses al usuario en la que se detalla las veces que se ha subido a la bici y si hay algún tipo de coste extra. El pago se hace a través de una cuenta bancaria. "Los robos en este tipo de servicio son mínimos, ya que disponemos del número de cuenta bancario de todos los clientes y podemos controlar si dañan o roban una bicicleta", asegura Gelissen, quien añade que "por cada 50.000 alquileres, se pierden unas dos o tres bicis que después siempre vuelven".
Hoy, existen 185 puntos de distribución de este servicio de bicicletas repartidos por las principales ciudades bicicleteras del país, como Ámsterdam, Zwolle, Arnhem o Groningen. Si bien en la actualidad las 3.000 bicis disponibles dan servicio a unos 480.000 alquileres al año, los objetivos de la compañía de trenes son aún más ambiciosos: alcanzar en 2011 el millón de alquileres, ampliar el número de bicicletas en 5.000 unidades nuevas y disponer de 225 puntos de distribución en el país. De momento les va muy bien: el número de usuarios no para de crecer. Por ahora, este servicio no está dando beneficios económicos a los ferrocarriles holandeses. "Las tarifas que cobramos se destinan a mantener las instalaciones, pero no cubrimos gastos", asegura Gelissen. Lo cierto es que la inversión inicial del Gobierno holandés de más de 200 millones de euros ha sido clave para levantar este sistema.
Para ese 40% de los viajeros de tren que llegan a la estación pedaleando, NS-Fiets tiene preparados unos espacios para poder dejar las bicis de forma segura. Básicamente hay dos tipos de infraestructura: unos aparcabicis en forma de grandes 'armarios' donde cada viajero puede dejar su bici de forma automática las 24 horas del día —estos se encuentran sobre todo en pequeñas estaciones—; y otros aparcamientos de mayor tamaño donde se almacenan grandes cantidades de bicicletas. En este caso, hay un personal que vigila los vehículos y el aparcamiento tiene sus propios horarios. Muchas estaciones de tren también ofrecen servicios de reparaciones y tiendas, como las conocidas Fietspoint. En total, la compañía ferroviaria tiene disponibles 100 aparcamientos vigilados para 7.000 bicicletas, además de numerosas taquillas individuales para guardar estos vehículos de dos ruedas. El siguiente paso es llevar estas instalaciones a los intercambiadores y estaciones de autobús del país.
Gelissen hace hincapié en que la idea de este proyecto es que la gente que llegue con su bici a la estación tenga un lugar donde dejarla, se suban al tren, y luego tengan disponible nuevas bicis para seguir pedaleando, no busca que los viajeros suban con sus bicis al tren. "Transportamos personas, no bicicletas", afirma este holandés. Sin embargo, esto no significa que en los trenes holandeses esté prohibido subirse al vagón con una bici. Es posible hacerlo fuera de las horas punta y abonando una cantidad de entre 7 y 12 euros. Si llevas una plegable te sale gratis.
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