Los científicos vigilan atentos los cambios que puedan darse tanto en el virus de la gripe H1N1 como en su extensión. ¿Se volverá más leve o más grave la pandemia durante el invierno en el hemisferio sur? ¿Se crearán resistencias a los antivirales? En definitiva, ¿qué rumbo tomará la gripe?
Los últimos datos sobre la gripe A indican que hay alrededor de 36.000 casos y 163 muertos. Como era de esperar para un virus nuevo, la pandemia se está extendiendo. Sin embargo, esto no es motivo para alarmarse. Que se haya declarado pandemia no significa que sea algo grave o mortal, sino que se está distribuyendo por el mundo. Aún así, no es motivo para bajar la guardia. Los virus son impredecibles y los científicos que los estudian saben bien que hay que permanecer atentos a su evolución.
Ahora mismo, se poseen muchos más datos sobre el nuevo virus de la gripe A que hace poco más de un mes y medio, cuando no se sabía apenas nada sobre él y cundía el pánico ante la incertidumbre. El genoma del virus se ha secuenciado completamente. Esto nos permite, entre otras cosas, conocer sus debilidades (y atacar en forma de vacunas) , sus puntos fuertes (una curiosa mezcla de secuencias de gripe porcina, aviar y humana que lo convierte en un "recién llegado" para nuestro sistema inmune) y vigilarlo ante el más mínimo cambio en su genoma.
Sabemos, además, que el virus H1N1 provoca una enfermedad gripal leve y que causa muertes con muy baja frecuencia y, en su mayoría, a personas con enfermedades asociadas (respiratorias, cardiovasculares, etc...). Dicho de forma sencilla tenemos, por el momento, una gripe que afecta a las personas como el resto de gripes de cada año, pero que se extiende con mucho más éxito porque no estamos (hasta el momento) protegidos frente a ella. Es decir, no hemos desarrollado una inmunidad para protegernos del virus y así evitar la enfermedad. Por supuesto, aquellos que ya hayan caído enfermos por la gripe A están protegidos frente a él.
También sabemos que de los 4 tipos de medicamentos que están indicados para tratar la gripe, sólo 2 son efectivos para ayudar a tratar a los enfermos: el Tamiflu (Oseltamivir) y el Relenza (Zanamivir) . El resto de fármacos (amantadina y rimantadina) no son efectivos pues el virus presenta resistencia frente a ellos.
Por último, la vacuna contra la gripe A ya se ha desarrollado (por parte de varias farmacéuticas) y sólo queda esperar a los ensayos clínicos para valorar su eficacia y seguridad. Se prevé su comercialización para otoño pero se necesitarán más meses hasta que la producción de la vacuna sea la suficiente para que pueda aplicarse a gran cantidad de la población.
Todas estas son, pues, las respuestas más importantes que tenemos de la gripe A en la actualidad. Sin embargo, quedan en el tintero una gran cantidad de preguntas fundamentales sobre el futuro del virus de la gripe A y su pandemia. En definitiva: ¿qué rumbo tomará?
Los científicos miran con atención lo que ocurre en el sur con la próxima llegada del invierno (el 21 de Junio). Lo que allí suceda será un buen indicador para saber lo que nos pasará aquí, en el hemisferio Norte, cuando llegue el invierno (época del año en que las epidemias de gripe alcanzan su cumbre).
Que la pandemia se vuelva más leve o más grave dependerá de las mutaciones e intercambio genético que sufra el virus H1N1 y su primera posibilidad de hacerlo es durante la epidemia en el sur. Al existir más cantidad de virus circulantes, las posibilidades de que existan cambios genéticos se incrementan. Además, ellos no disponen aún de la vacuna para frenar la extensión del virus.
Si el virus sufre mutaciones que lo vuelven más inofensivo para nosotros y estos virus mutados se distribuyen por el mundo, es muy probable que la gripe A se convierta en una gripe estacional más. Sin embargo, si el virus sufre cambios en su genoma que lo vuelven más agresivo (mutaciones, intercambio de secuencias con la gripe aviar...) y logra difundirse con éxito estaremos ante un gran problema, por la elevada cantidad de muertos que podría provocar. Ya ha pasado en varias ocasiones que una gripe que inicialmente era leve terminaba convirtiéndose en un gran problema de salud pública con multitud de muertos porque en su extensión se volvió mucho más agresiva.
Desafortunadamente, no podemos saber cuál de esas dos opciones ocurrirá. Con mucho, lo más probable es que la gripe A siga siendo una enfermedad leve pero nadie dispone de una bola de cristal científica para adivinarlo y afirmarlo rotundamente.
Los virus de la gripe no sólo son muy buenos extendiéndose sino también generando resistencias hacia los antivirales. Los fármacos más antiguos contra la gripe, la amantadina y la rimantadina, son prácticamente inútiles contra gran parte de los virus de la gripe circulantes, se han vuelto resistentes frente a ellos en un corto período de tiempo.
En la actualidad, muchos científicos temen que el Tamiflu se convierta en poco tiempo en el nuevo fármaco inútil contra la gripe. Ya se habían detectado hace unos pocos años resistencias puntuales, pero con el uso extendido de este fármaco a lo largo del mundo por la pandemia este hecho se está acelerando. Además, se está utilizando el Tamiflu para casos en los que antes no estaba indicado: Personas sanas sin complicaciones. Con la honesta intención de restringir la epidemia se está haciendo un uso indiscriminado del Tamiflu que va a llevar a que el virus, más tarde o más temprano, se vuelva fuerte contra él.
Por el momento, no se han detectado casos de resistencia de la gripe A contra Relenza. Pero sí se sigue haciendo un uso "generoso" de este medicamento en una pandemia (con muchos virus circulando) es cuestión de años que también se terminen desarrollando resistencias. Dado que por el momento no se vislumbran nuevos fármacos contra la gripe, hay que ser cuidadosos en los dos medicamentos que son todavía útiles.
Aunque el virus H1N1 provoca una enfermedad gripal leve, en personas con un estado de salud precario (enfermedades respiratorias y cardiovasculares, inmunodepresión, desnutrición, etc...) puede causar la muerte. Dado que en gran parte de la población de África las enfermedades infecciosas (y especialmente el VIH) y las hambrunas campan a sus anchas, una epidemia de gripe resultaría especialmente trágica para las personas de este continente, ya de por sí marcado por las pérdidas humanas.
Por otra parte, carecen de los recursos necesarios para una adecuada atención médica (los antivirales y las vacunas son un lujo inalcanzable). Novartis ya ha dejado claro que es una empresa con afán de lucro y no una ONG y no está dispuesta a regalar la vacuna contra la gripe A que comercializará próximamente.
Por suerte, la gripe A aún no ha llegado a África gracias, en parte, a la limitación de los viajes que existen entre este continente y el resto. Aún así, es de esperar que llegue y, cuando lo haga, el precio más alto lo pagarán los de siempre, los más pobres y desfavorecidos.
En España se sucede el goteo de casos de gripe A sin que exista aún una gran distribución de la epidemia. Es de esperar que la cosa continúe así hasta el otoño-invierno cuando la gripe estacional haga acto de presencia y la gripe A se difunda más ampliamente. En ese momento, será difícil seguir la pista a la nueva gripe por su similitud clínica con la gripe estacional.
Cuando existan decenas de miles de personas enfermas de gripe no habrá manera humana posible de hacerles análisis a todos (con la tecnología actual) para confirmar la existencia de gripe A en cada uno de ellos. Dicho de otra manera, las medidas que se están tomando ahora con los enfermos de gripe A no serán viables y humanamente posibles cuando nos llegue la epidemia de gripe de todos los años. A pocos les gustará estar en urgencias cuando eso ocurra.
España espera para otoño las vacunas contra la gripe A, pero aún no ha decidido las estrategias de vacunación (los sectores de la población que serán vacunados) a la espera de que la OMS haga sus recomendaciones. No pasarán muchos días hasta que sepamos la decisión al respecto.
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