Londres.- El primer ministro británico, Gordon Brown, se mostró hoy decidido a seguir al frente del Gobierno pese al varapalo sufrido por el Partido Laborista en las elecciones locales inglesas y a las dimisiones presentadas por cinco de sus ministros.
En una rueda de prensa para explicar la remodelación de su Gabinete, Brown insistió en que él es la persona idónea para servir al país y ayudarlo a superar la crisis económica y parlamentaria.
"Si no creyera que soy la persona idónea al frente del equipo adecuado para enfrentarme a estos desafíos, no estaría aquí", dijo en la comparecencia, en la que también admitió que el laborismo ha encajado una "dolorosa derrota" en las elecciones celebradas el jueves.
Con los votos de 23 de 34 gobiernos locales escrutados, el Partido Conservador de David Cameron se confirmaba como ganador, sumando seis municipios hasta 27, seguido de los liberal demócratas, que perdían uno y ganaban otro, y los laboristas, que perdían cuatro y se quedaban sin el control de ninguno.
Según una proyección de la cadena pública BBC, si los resultados se extrapolaran a unas elecciones generales, los "tories" obtendrían un 38 por ciento de los votos, frente al 23 por ciento de los laboristas y el 28 por ciento de los liberales.
Los resultados de las elecciones europeas, que también se decidieron ayer en el Reino Unido, se conocerán el domingo, aunque también se espera una derrota del partido gobernante, que podría quedar incluso en cuarto lugar por detrás del antieuropeo UKIP.
Pese a las presiones dentro y fuera de su formación para que deje el cargo, Brown descartó hoy esa alternativa y subrayó que su deber es "acabar la tarea": "No vacilaré. No abandonaré. Seguiré haciendo mi trabajo", aseguró.
El primer ministro atribuyó el descontento de los ciudadanos al reciente escándalo por los abusos de las dietas parlamentarias y la crisis económica, y, aunque aceptó también su responsabilidad, no dio muestras de plantearse abandonar el Gobierno.
Cinco ministros de su Gabinete han dimitido en los últimos días y uno de ellos, James Purnell, que ocupaba la cartera de Trabajo, le invitó a que también se fuera para dar opciones al Partido Laborista de ganar las próximas elecciones generales.
Pero lejos de hacerle caso, Brown insistió hoy en que, pese a los momentos difíciles que viven tanto él como su Gobierno y el país, tenía la obligación de liderar la nación hasta los próximos comicios, previstos para junio del 2010.
"Tengo fe en cumplir con mi deber... Creo en que no hay que abandonar en tiempos difíciles", afirmó.
"No soy complaciente, nunca he sido arrogante -repitió en varios momentos de la rueda de prensa-. No dudo que hemos sufrido una gran derrota. Pero la tarea a la que se enfrenta este país es tan grande que debemos continuar el trabajo".
Tras anunciar la nueva composición de su Gobierno, en la que ha intentado rodearse de presuntos aliados, Brown se centró en enumerar las medidas que piensa aplicar para "hacer limpieza" en la vida política y "liderar el país para salir de la crisis".
Entre otras cosas, prometió la creación de tres comisiones especiales que se presentarán cada semana ante el Gabinete y que se ocuparán respectivamente de la reforma constitucional y del sistema parlamentario, de la política nacional y de las medidas económicas necesarias para afrontar la crisis.
La reforma del Parlamento se ha convertido en una prioridad política tras el escándalo del uso abusivo de las dietas por parte de diputados de todos los partidos, lo que originó una serie de dimisiones y cristalizó las divisiones dentro del Gobierno laborista.
De los cinco ministros dimitidos en los últimos días, sólo el de Trabajo, James Purnell, lanzó ayer un desafío directo al liderazgo de Brown, aunque tampoco la hasta hoy titular de Comunidades, Hazel Blears, ocultó sus diferencias con el primer ministro.
Sin embargo, los ex responsables de Interior y Defensa, Jacqui Smith y John Hutton, expresaron su apoyo a Brown antes de dejar sus cargos, como también lo han hecho los ministros que permanecen, Alan Johnson, David Miliband, Peter Mandelson o Douglas Alexander.
Aunque anoche (con la dimisión de Purnell), parecía que el jefe del Gobierno podía ser derrocado, al final prevaleció la estrategia de quienes creen que es mejor mantenerle en el poder para fortalecer el partido antes de unas elecciones generales, que, de celebrarse hoy, según las encuestas relegarían al laborismo al último lugar.
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