San Pedro Sula (Honduras).- La OEA superó hoy en su XXXIX Asamblea General la que quizá fue la prueba de fuego más importante para su futuro al abrir la puerta al regreso de Cuba, en un momento en el que las crecientes críticas internas amenazaban su peso en la región.
La Organización de Estados Americanos (OEA) y su secretario general, José Miguel Insulza, lograron una importante victoria al dejar fuera de juego a los países que, como Venezuela, Nicaragua y Ecuador, más ruido provocaban en contra de su existencia y que dejaron claro que el desenlace sobre Cuba iba a ser decisivo.
El tira y afloja que se produjo en las negociaciones sobre el levantamiento de la suspensión a La Habana en las últimas semanas entre diferentes bloques, movidos por intereses e ideologías políticas divergentes, hacía temer a más de uno que las históricas divisiones continentales del pasado se profundizaran.
En el fondo, era la historia de siempre: EE.UU. y algunos países aliados tiraban por un lado, y las naciones de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), encabezados por Venezuela y Nicaragua, tiraban en la dirección opuesta.
Y no iba a ser de otra manera en un asunto de tal importancia para Latinoamérica como lo es Cuba.
Las propuestas de EE.UU. y de la ALBA estaban inicialmente "separadas por kilómetros de distancia", según reconoció hoy el propio Insulza a periodistas, sin ocultar que llegó a temer que todos los esfuerzos se fueran por tierra.
EE.UU. por un lado, y Venezuela y Nicaragua por otro, no se movían de sus posiciones, y mientras que Washington insistía en introducir condiciones, los otros rechazaban enérgicamente esta posibilidad.
Ciertos países de la ALBA no perdieron oportunidad para cuestionar la existencia de la OEA, e incluso algunos presidentes, como el hondureño, Manuel Zelaya, y el nicaragüense, Daniel Ortega, presentes en la XXXIX Asamblea General, arremetieron contra el organismo como invitados en su "propia casa".
Algunos diplomáticos acusaron en privado a las naciones de la ALBA de querer "reventar" la Asamblea y de pretender "destruir" la OEA.
El lunes y el martes, las dos partes "variaron dramáticamente" su postura y se produjo un acercamiento sustancial, pero cuando todos creían estar a punto de cerrar un acuerdo consensuado y aplaudieron las cesiones de ambas partes, los países de la ALBA se echaron atrás, según las fuentes diplomáticas.
La cuestión nunca fue el levantamiento de la resolución que suspendió en 1962 a Cuba de su participación en el Sistema Interamericano por sus vínculos con el bloque chino-soviético, dado que todos coincidían en que las condiciones habían cambiado y esa decisión, tomada en plena Guerra Fría, había perdido el sentido.
Las dificultades giraban en torno al fondo de la medida y las palabras que se podían plasmar en el texto para satisfacer a todos.
Esta mañana, el texto se trasladó a la Comisión General, que negocia los acuerdos pendientes, y finalmente se dio el consenso.
La resolución que levanta la suspensión es un texto con el que "todos ganan" y la OEA "sale fortalecida" como máximo organismo regional, indicó Insulza.
Ambas partes habían aflojado en sus posiciones más de lo que esperaban hacerlo inicialmente, según las fuentes.
El reconocimiento fue grande para EE.UU., que, dijeron los diplomáticos, cedió "muchísimo".
Incluso Ortega y el canciller venezolano, Nicolás Maduro, destacaron que la decisión adoptada hoy "difícilmente se hubiera logrado" con la Administración de George W. Bush.
Todos se jugaron mucho. EE.UU. corrió un riesgo considerable desde el punto de vista de la política interior y ya ha recibido duras críticas de legisladores y del exilio cubano.
Pero, por otro lado, en política exterior ha hecho un gesto muy significativo hacia Latinoamérica y ha dejado claro que la voluntad expresada por el presidente Barack Obama de querer "un nuevo comienzo" con Latinoamérica en general y con Cuba en particular es un hecho.
Los países de la ALBA pueden afirmar que con la derogación de la suspensión "se lava una mancha" y supone "una sabia rectificación" de la OEA, un mea culpa del organismo, que incluso, según ellos, no impone condiciones a la isla.
Al final, y aunque Cuba ha dicho claramente que no tiene ningún interés en volver a la OEA, todos se han alegrado de su particular victoria, y el organismo regional ha celebrado una Asamblea "histórica" en la que ha superado su prueba más difícil.
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