Washington.- General Motors (GM) se declaró hoy en quiebra con la esperanza expresada por el presidente Barack Obama de renacer "más fuerte que nunca" y recuperar el más alto sitial de la industria automotriz de Estados Unidos.
En la mayor bancarrota industrial en la historia del país y para protegerse de sus deudores, GM se acogió al Capítulo 11 de quiebras ante un tribunal de Nueva York.
Chrysler y General Motors, los dos en bancarrota, son junto con Ford los tres gigantes de la industria automotriz de Estados Unidos.
La primera quedó hoy un paso más cerca de salir de la bancarrota después de que el juez que tutela el caso autorizase el traspaso de sus activos al grupo que nazca de la fusión con el grupo italiano Fiat.
Ahora se une a la situación de bancarrota General Motors, que no ha podido llegar a un acuerdo con la totalidad de los acreedores para sanear su deuda.
"El consejo de administración lamenta que este camino haya sido necesario, pese a los esfuerzos de muchos", afirmó el presidente del consejo de administración de GM, Kent Kresea, en un comunicado.
Pero Fritz Henderson, presidente y consejero delegado de GM, prometió que la medida marca el inicio de la reinvención de la compañía.
"Hoy la vieja GM es historia. Hoy empieza la nueva General Motors", declaró.
Mientras, Obama aseguró que el plan de bancarrota permitirá la viabilidad futura de la compañía, que renacerá "más fuerte que nunca".
La nueva empresa, icono industrial de EE.UU. durante casi un siglo, emergerá de la quiebra distinta a la vieja, pero sin la mitad de sus marcas y bajo tutela estatal.
Así, GM clausurará 11 plantas y cerrará temporalmente otras tres, lo que supondrá la desaparición de 21.000 puestos de trabajo.
Además, eliminará unos 2.400 concesionarias y de sus ocho marcas se quedará con solo cuatro: Chevrolet, Cadillac, Buick y GMC. Desaparecerán Pontiac, Saturn, Saab y Hummer.
"No voy a fingir que los malos tiempos han acabado. Se perderán más puestos de trabajo y muchos estadounidenses tendrán que pagar un precio", anunció el presidente de la compañía.
La quiebra también significó que, muy a su pesar, el Gobierno tuvo que acudir en ayuda de la empresa con una inyección de capital que le dará una participación mayoritaria y que, en la práctica, significa su nacionalización.
El Gobierno se quedará con el 60 por ciento de las acciones y con el derecho a nombrar a buena parte del consejo de administración.
Según Obama, la medida, que será temporal, busca evitar la catástrofe económica para millones de familias que dependen para subsistir del normal funcionamiento de GM.
"Nos hemos convertido en accionistas a nuestro pesar, porque es la única manera en que podemos ayudar a General Motors a tener éxito", dijo Obama, para quien la inyección de 30.100 millones de dólares es "la única opción de supervivencia".
GM sigue los pasos de la aseguradora American International Group (AIG), nacionalizada por el Gobierno al recrudecerse la crisis que tuvo sus orígenes en la caída del sistema inmobiliario y financiero el año pasado.
Como era de esperar, la medida fue aplaudida por los demócratas del Congreso y el líder de la mayoría de esa agrupación política en el Senado, Harry Reid, indicó que garantiza la supervivencia de la industria automotriz.
Al mismo tiempo, Reid trató de acallar potenciales acusaciones de "socialismo" en el bastión del capitalismo.
El Gobierno "no pretende ni está interesado en interferir en las operaciones del día a día de la empresa", aseguró.
La bancarrota es "un paso necesario para conservar a esta industria como el pilar de nuestro sector manufacturero... y encaminar el país hacia la independencia energética", agregó.
El senador demócrata Carl Levin comentó que "el resultado final del anuncio, es decir, la supervivencia y renacimiento de GM, es mucho mejor que la alternativa que supone su liquidación".
La presidenta de la Cámara de Representantes, la también demócrata Nancy Pelosi, aplaudió los esfuerzos hechos para convertir a GM en una empresa "viable y más competitiva".
Pero no todo fueron aplausos y el "número dos" de la minoría republicana de la Cámara de Representantes, Eric Cantor, denunció el atropello de los derechos de los accionistas de la empresa.
"Se silenciaron las voces de estas familias y jubilados, y sus ahorros se esfumaron", manifestó Cantor.
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