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Sobreviviente del genocidio ruandés pide a las FARC que ablanden su corazón

EFE
Actualizado 31-05-2009 01:00 CET

Medellín (Colombia).-  La ruandesa Yolande Mukagasana, sobreviviente del genocidio ocurrido en su país en 1994, solicitó hoy a las FARC que ablanden su corazón y trabajen por el futuro de Colombia, al tiempo que envió a los secuestrados por esta guerrilla un mensaje de esperanza.

Mukagasana, cuyo esposo, tres hijos, hermanos y hermanas fueron masacrados en aquellos sangrientos sucesos que dejaron impactado al mundo, es una de las ponentes que ofreció su testimonio en el V Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo que se clausura hoy en la ciudad colombiana de Medellín.

"Los guerrilleros son nuestros hermanos, nuestros hijos y nuestros padres, es el pueblo colombiano, una parte de la fuerza de Colombia, los invito a que construyan una nación con toda la fuerza para que estén orgullosos de su país", dijo a los periodistas esta ruandesa exiliada en Bélgica.

Consideró que los miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la principal guerrilla de este país y la más antigua de América, "son seres humanos que están completamente equivocados".

"Estoy segura de que los guerrilleros van a cambiar, en el corazón de piedra que tienen se va a albergar el amor", manifestó, al lanzar un mensaje de aliento a los cientos de colombianos cautivos en las selvas por esta organización.

"A las víctimas, a los secuestrados, les pido que no pierdan la esperanza porque si no tienen esperanza están muertos", agregó.

Yolande Mukagasana, de 55 años, fue enfermera-anestesista durante más de 20 años en Kigali, la capital ruandesa, hasta que empezó en 1994 lo que la ONU considera el mayor genocidio de la historia, con el resultado de alrededor de un millón de personas asesinadas en solo tres meses.

Pero su tragedia había comenzado antes: "desde los cinco años viví el genocidio, a esa edad me hirieron en una pierna porque querían matar a mi padre y hermanos, en esa época buscaban a los hombres para quedarse con las mujeres", relató.

Esta superviviente sabe perfectamente quienes fueron los asesinos de su esposo e hijos: "las mismas personas a quienes yo había atendido en el dispensario médico, junto a militares".

Hoy se dedica a viajar, siempre con ayuda de distintas organizaciones, para "hacer público el genocidio de Ruanda y ayudar a los niños de todo el mundo" con el propósito de evitar que vivan el drama de sus hijos.

Con un subsidio de 2.000 euros mensuales, Mukagasana vive en Bélgica, donde ha escrito cuatro libros, de los que, según detalló en Medellín, no ha ganado nada, ya que "los derechos de autor quedaron en manos de las editoriales".

"Yo incomodo a mucha gente por lo ocurrido en Ruanda, porque eso no es reconocido en muchas partes de Europa", manifestó, al insistir en que seguirá "escribiendo y hablando".

El genocidio ruandés se remonta a la noche del 6 de abril de 1994, cuando el avión en el que viajaba el entonces presidente del país, Juvenal Habyarimana, fue alcanzado por dos misiles en el momento en que iba a aterrizar en el aeropuerto de Kigali.

Extremistas ruandeses de la etnia hutu, a la que pertenecía el presidente, y miembros del Ejército empezaron a atacar a la población tutsi.

En un país de ocho millones de habitantes, en torno a un millón de hombres, mujeres, niños y ancianos fueron masacrados a golpe de machete convirtiendo a Ruanda en una gran fosa común.

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