La Habana.- El posible levantamiento de la suspensión impuesta en 1962 a Cuba será el plato fuerte de la próxima Asamblea General de la OEA, pero el Gobierno cubano desprecia desde hace décadas a un organismo que, según el presidente Raúl Castro, "tiene que desaparecer".
Después de semanas de polémicas y reuniones para buscar un consenso sobre el tema antes del inicio el martes en Honduras de la XXXIX Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), desde la isla parecen absurdos los intentos por acercar a Cuba al Sistema Interamericano.
En las últimas semanas el ex presidente Fidel Castro ha dedicado varios artículos a desprestigiar al organismo, tildándolo de "infame", "basurero" y "odioso instrumento" de Estados Unidos, mientras su hermano menor y sucesor, Raúl, ha dejado en claro que Cuba no se plantea para nada reingresar.
"Primero se unirá el Mar del Norte al Mar del Sur y nacerá una serpiente de un huevo de águila", dijo el general Castro, citando al prócer cubano José Martí, durante la reunión del Grupo de Río celebrada en Brasil en diciembre pasado, en la que Cuba se integró oficialmente a ese mecanismo regional.
"Nosotros no podemos, con americanos (EE.UU.) o sin americanos, ingresar a la OEA; es una sigla que debe desaparecer", añadió Raúl Castro, quien reiteró que esa organización "tiene que desaparecer" durante una visita a Venezuela en abril pasado.
No obstante la posición de La Habana, varios presidentes de la región se han pronunciado a favor de eliminar el litigio entre Cuba y la OEA para que la isla alcance una total reinserción política en los mecanismos hemisféricos.
El mandatario de Bolivia, Evo Morales, ha hablado de reparar "injusticias" y permitir el retorno de Cuba; el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva sugirió una "reparación" histórica y pedir disculpas; el ecuatoriano Rafael Correa fue más allá y propuso crear una Organización de Estados Latinoamericanos que incluya a la isla y excluya a Estados Unidos.
"Cuba respeta los criterios de los Gobiernos de los hermanos países de América Latina y el Caribe que piensan de otra forma, pero no desea formar parte de esa institución", aclaró Fidel Castro en una de sus habituales "Reflexiones", que publican los medios oficiales cubanos.
En 1962, tres años después del triunfo de la revolución contra la dictadura de Fulgencio Batista, Fidel Castro tuvo que lidiar con los rigores de la Guerra Fría, la crisis de los misiles y la "expulsión" de Cuba de la OEA.
La organización convocó entonces a una "reunión de consulta" de cancilleres en Uruguay, en la que se suspendió la participación de Cuba por sus vínculos con el bloque soviético, considerados "incompatibles" con los valores interamericanos.
La suspensión ocurrió días antes de que el entonces presidente estadounidense, John F. Kennedy, ordenara el embargo comercial y financiero que sigue vigente contra la isla, y simultáneamente la mayoría de los países americanos rompió relaciones diplomáticas con La Habana.
En opinión del actual secretario general de la OEA, el chileno Miguel Insulza, aquella resolución es "obsoleta".
Sin embargo, para Fidel Castro es esa institución la que es "vetusta" y está "desprestigiada".
El líder cubano, de 82 años, la considera un "odioso instrumento" de la política hegemónica de Washington y afirma que "recoge toda la basura de 60 años de traición a los pueblos de América Latina".
"Insulza afirma que para entrar en la OEA, Cuba tiene primero que ser aceptada por la institución. Él sabe que nosotros no queremos ni siquiera escuchar el infame nombre", subrayó Castro en un artículo en el que añadió que el ex canciller chileno "ofende incluso" al suponer que la isla desea ese reingreso.
"El tren ha pasado hace rato, e Insulza no se ha enterado todavía. Algún día muchos países pedirán perdón por haber pertenecido a ella", añadió.
En 2008, a dos días de que su hermano Raúl asumiera oficialmente la Presidencia el 24 de febrero, en un momento crucial para el país, Fidel Castro publicó un artículo que se mofaba de la organización con el título "¿Quién quiere entrar en el basurero?".
La disidencia cubana concuerda con el Gobierno en que no se debe regresar a la OEA, aunque por razones diferentes.
Para Elizardo Sánchez, líder del Comité Cubano de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, no reconocido oficialmente, el reingreso de Cuba equivaldría a "sentar una horrible oveja negra" en una comunidad de naciones con gobiernos elegidos democráticamente.
Miriam Leiva, cofundadora de las Damas de Blanco, familiares de 75 disidentes condenados a largas penas de cárcel en 2003, dijo a Efe que los países latinoamericanos deberían primero pedir a Cuba que aplique la Carta de Derechos Humanos de la OEA, y solo después analizar su reingreso.
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