Zapatero "es prisionero de los sindicatos", declaró el otro día un parlamentario tan comedido y brillante como el portavoz de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, una vez que los socialistas tuvieron que hacer el papelón de tragarse una enmienda, pactada con la formación nacionalista, para incluir en el diálogo social asuntos como la cobertura por desempleo, acabar con la dualidad entre la contratación temporal y la indefinida, flexibilizar la negociación colectiva y permitir al sector privado intervenir en la recolocación de los parados. Era un texto "descafeinado", según reconocen fuentes socialistas, pero CiU "lo vendió como un triunfo y lo estropeó todo", añaden las mismas fuentes.
Lo cierto es que a las 7:30 de la mañana del miércoles 20 de mayo, el móvil del diputado socialista Jesús Membrado estaba sonando. Llamaba el secretario general de UGT, Cándido Méndez. "Que no puede ser Jesús, que eso que está dando la SER de que vais a colar una enmienda para la reforma del mercado de trabajo, ni hablar... Que de eso nada, que os cargáis el diálogo social". Las versiones consultadas, con cierta ironía, no se ponen de acuerdo en si Méndez añadió lo de "ya he hablado con el presidente", o "se lo casco al presidente". Un poco más tarde, el parlamentario recibió también la llamada del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, en similares términos. Y sí, tanto Méndez como Corbacho hablaron con el presidente del Gobierno. El sufrido Membrado convocó una rueda de prensa para decir "Diego" donde dijo "digo".
José Luis Rodríguez Zapatero nunca ha ocultado su debilidad por los sindicatos, pero especialmente por la vieja UGT. De hecho, donde más cómodo se siente es entre esas bases, dice el presidente, y no duda en pedir el apoyo del sindicato que fundó Pablo Iglesias y en solicitar su "cariño" para afrontar la crisis, como dijo a los afiliados el pasado abril, durante el 40 Congreso de la central que pilota Cándido Méndez.
El amor es mutuo, porque también Cándido Méndez, en cuanto tiene ocasión, declara su lealtad al presidente. El pasado fin de semana, el líder de UGT se descolgaba con unas declaraciones en Santander donde calificaba las medidas del jefe del Ejecutivo de marchar en "la dirección correcta".
¿Cuál es el problema entonces? ¿Por qué preocupa un noviazgo como el de ZP y UGT, extensible a CCOO? "Porque el presidente se escuda tanto en el diálogo social. Un diálogo que no ha sacado ni un acuerdo frente a la crisis. Y porque tiene miedo a los sindicatos y a que le monten una huelga general, algo que su ego no podría soportar", declara un alto cargo de La Moncloa, que se encuentra entre los asesores del presidente y que, por razones obvias, quiere mantener el anonimato.
La respuesta es tan simplista, tan obvia, que es imposible creérsela a primera vista. "Pues se la tienen que creer. Zapatero está convencido de que ha ganado las elecciones por el apoyo de los trabajadores, tiene un chip metido en el cerebro con lo de UGT y su pasado de nieto de republicano fusilado, y además mantiene esa buena comunicación de línea abierta con Cándido Méndez". Sí, porque el secretario ugetista forma parte del privilegiado grupo de la banda del móvil que rodea al presidente. Esta buena comunicación, que se reforzó a través de la amistad de Méndez con Javier de Paz, el amigo íntimo de Zapatero, se ha afianzado a medida que el presidente ha perdido seguridad con los equipos económicos —relevo del grupo de Solbes— o con los economistas que ha recibido en La Moncloa. No le gustaba nada de lo que le decían, como la citada necesidad de reforma laboral.
Y eso que no puede evitar que diariamente se cuelen gazapos, como el del secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña —superviviente a la criba de Economía—, que en ABC ha declarado: "La idea de abordar reformas del mercado de trabajo y acabar con la dualidad entre temporales y fijos me parece razonable".
Es lo mismo que recogía el documento de los 100 economistas próximos al PSOE y que firmaba su nuevo secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, otro economista que predicaba la reforma laboral —que no el abaratamiento del despido— hasta que ha sido fichado por la vicepresidenta Elena Salgado.
Más allá de las pasadas victorias y las querencias ideológicas entre el mismo equipo de Zapatero, los socialistas consultados en el PSOE y en el Congreso comparten que "el presidente tiene encuestas y le dicen que debe tirar por ese discurso, el de proteger a los desfavorecidos, aunque sea manipulando algo los términos", explica una fuente del partido. Porque todos saben, y es un clamor entre los diputados socialistas más añosos, que nadie está pidiendo un abaratamiento del despido, sino una reforma estructural del mercado de trabajo. Zapatero sabe perfectamente en qué consiste. "¿Pero qué os creéis, que ZP es un intelectual orgánico? Pues no, ni siquiera es un intelectual y alguien le ha dicho que su discurso para ir a las Europeas es la defensa de los trabajadores y está convencido de que es su única salvación", apunta otro diputado sénior.
¿Por qué está cuajando ese discurso de amenaza a los trabajadores cuando se pide una reforma de las pensiones o del sistema de contratos, que precisamente persiguen prevenir el futuro de los más perjudicados? Porque, en opinión de los 95 economistas que firman el documento de los 100 o de numerosos ex ministros económicos del PSOE, eso es lo que están haciendo. "Mira, el mejor activo del PSOE y de Zapatero es Rajoy. Si no, fíjate en lo que ha pasado este fin de semana. ¿Cómo puede decir Rajoy a Camps que está con él? Eso mismo permite al presidente las bobadas que ha dicho en Andalucía, aunque sea nuestra Andalucía. Anda que, dada la situación de allí, ¡montarse lo del Plan de Economía sostenible como Felipe hizo con el AVE!. Así nos va" añade, jocoso, un ex ministro de la época de González.
La esperanza de todas las fuentes socialistas consultadas es que, tras Europa, Salgado y Campa piensen en serio en los Presupuestos del año que viene, en dónde está el límite de gasto, en cómo vamos a salir de la crisis con el menor daño posible, porque "si el presidente se ha tirado al ruedo, alguien tendrá que pensar en cómo salimos del pozo, en cuándo se recuperará la disciplina presupuestaria. Si los dos próximos años vamos a estar en una expansión de la demanda financiada por el Estado —como quizá hay que hacer—, dada la contracción del consumo privado por el miedo que tenemos todos, también alguien tendrá que pensar en más allá de este otoño. Zapatero tiene aún dos años y medio hasta las elecciones generales y le puede estallar todo; cuando cristalice seremos los últimos en salir de la crisis dentro de la UE".
"¿Sabes lo peor?", pregunta otro socialista en los pasillos del Parlamento, cuando hablamos de este tema. "Que UGT tiene pensada su propia reforma laboral, como CCOO. Y tanto Méndez como Toxo (secretario general de CCOO), que son dos buenos tipos, lo saben. Pero la CEOE está más radicalizada que nunca, de forma que los sindicatos se han metido en la trinchera y han lanzado a Zapatero a la batalla. Mientras se deje. Porque saben que el presidente no soportaría una huelga general".
De camino, con la misma pregunta para los parlamentarios de otros grupos que no son socialistas, como el hombre económico de CiU en Madrid, Josep Sánchez Llibre: "Está claro que es prisionero de los sindicatos como ha dicho Duran, porque tiene pánico a una huelga general". Idéntica respuesta da el diputado más currante del PNV en temas de economía, Pedro Aizpiazu: "No soportaría una huelga general". Y más de lo mismo responde Jaime García Legaz, secretario general de FAES y diputado del PP: "Porque tiene pavor a una huelga general". Los tres, Sánchez Llibre, Aizpiazu y García Legaz, son miembros de la Comisión de Economía del Congreso.
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