Vilariño de Conso (Ourense).- Cinco ganaderos de la cooperativa "Aceveda" del municipio ourensano de Vilariño de Conso, que producen mil corderos y cabritos ecológicos, entre los meses de mayo y septiembre, buscan socios en el resto de Galicia para ampliar la producción el resto del año y conseguir una comercialización estable, según explicó a Efe uno de los socios José Rodríguez Blanco.
Todos los socios son del pueblo de Castiñeira (Vilariño de Conso) y tienen otras ocupaciones, además de cuidar 700 ovejas y cabras en el valle del río Cenza, a 1.400 metros de altura, en pleno Macizo Central, donde en 1996 proyectaron, con el técnico lucense Eloi Villada, explotar como pastos los montes comunales, abandonados a su suerte y quemados periódicamente por los incendios, según explicó.
La idea inicial se organizó en torno a 250 cabras de Cachemir, las primeras y únicas que se crían en Galicia, procedentes de una explotación experimental de Asturias que acabó cerrando, y que podían criarse para obtener su preciado pelo.
"Por más vueltas que le dimos no fuimos capaces de hacer rentable ese pelo y dejamos de peinarlo y recogerlo hace unos años, porque no hay nadie en toda España que sepa transformarlo y habría que enviarlo a Escocia, algo que sale muy caro y no es rentable, porque son pocas cabras".
El rebaño aumentó con cabras y ovejas autóctonas, obtuvo el certificado de ganadería ecológica del Consejo Regulador Agricultura y Ganadería Ecológica de Galicia (Craega) y las cabras de Cachemir se destinaron a criar cabritos como las demás, que se venden en dos carnicerías de Viana do Bolo y O Barco de Valdeorras.
Los socios tienen la explotación como "colchón" económico, pues todos son también albañiles o trabajadores de silvicultura, por lo que "la cría de cabritos y corderos se amplía o reduce según nos vaya en la otra actividad", agregó Rodríguez Blanco.
El carnicero que les compra cada año los 400 cabritos y 600 corderos ecológicos les paga entre 70 y 80 euros por cada animal cuando pesan 8 kilogramos "y él se los lleva vivos y se encarga de todo lo demás, pero nadie aprecia que sea una carne ecológica y aunque los vendemos todos, sería necesario acceder a otras formas de comercialización".
En ese sentido, explicó que intentaron abrir una carnicería de carne fresca en Vigo pero vieron que no podría mantenerse, porque en el valle del río Cenza, ovejas y cabras crían de mayo a septiembre "con pocos gastos, simplemente dejándolas en el monte y con cuidados mínimos, pero para criar el resto del año el coste es mucho más elevado".
Por eso, según Rodríguez Blanco, sólo contactando con otros productores ecológicos del resto de Galicia podrían conseguir una producción suficiente para buscar nuevas formas de comercialización y dijo que están dispuestos a ello, "aunque por las noticias que tenemos no hay más criadores como nosotros", agregó, pero si sabe de otros que se dedican al ganado ovino para producción de leche y quesos.
Todos los animales que crían se venden al mismo precio pero, según dijo, los cabritos de Cachemir tienen como valor añadido un sabor más suave que el de los demás y una carne algo más jugosa pues tiene más grasa que la del cabrito autóctono.
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