Cannes (Francia).- El octogenario realizador francés Alain Resnais, sigue tirando pesos de ese globo aerostático que es su cine para volar, una vez más, muy alto con la ligereza inteligente "Les Herbes Folles", una muestra del talento inagotable de quien hace 50 años estrenó en Cannes "Hiroshima mon amour".
Lejos queda aquella película, intensa, grave y maravillosa, que fue una de las piedras fundacionales de la "nouvelle vague", pero todavía sorprende Resnais por su voluntad de reinventar el lenguaje cinematográfico, ahora a través de un cine sutil, dinámico y encantador que opta a la Palma de Oro.
Con "Les Herbes Folles", se confirma el potente músculo que el cine francés está exhibiendo en esta edición de Cannes, donde "Un prophète" deslumbró hace unos días y donde se esperan todavía las nuevas películas de Gaspar Noé y Xavier Giannoli. Resnais ha sido maestro de todos ellos.
"Sigo haciendo cine porque no encuentro una manera mejor de ganarme la vida", reconoció a sus ochenta y seis años el realizador francés.
Pero "Les Herbes Folles", como algunas de sus últimas cintas -"On connaît la chanson" (1997) o "Asuntos privados en lugares públicos" (2007)- no tiene nada que ver con un proyecto alimenticio ni con el cine rutinario.
Basada en una novela de Christian Gailly, este filme tiene una sintaxis cinematográfica que invierte muchos valores clásicos de la gramática del séptimo arte.
Utiliza sin pudor la voz en off, no hay lógica en las reacciones de los personajes e incluso aparece dos veces, en diferentes momentos, el letrero de "Fin" de la película.
"Gailly era un fan de Samuel Beckett, así que la película también se deja imbuir por el espíritu de la comedia del absurdo", aseguró el realizador de "El año pasado en Marienbad", quien extrae con aparente facilidad y exquisita planificación la encantadora sinergia que surge entre una dentista fanática de la aviación y un jubilado aburrido con su vida.
Él encuentra un día en un garaje la cartera de ella y, con este detalle azaroso, se detona una atipiquísima historia de amor, en la que a través de lo más inesperado, se va tejiendo un embrollo que no sólo divierte -sobre todo durante su primera hora-, sino que refleja las ventajas y las desventajas de los soñadores impenitentes.
"Son personajes que optan por lo absoluto, que provocan las cosas que les pasan, que se mueven con agilidad entre el sueño, la imaginación y la realidad", resumió Resnais, quien comparte el mérito del buen funcionamiento de una fórmula tan frágil con las estupendas interpretaciones de sus dos protagonistas: Sabine Azéma y André Dussollier.
El título "Les herbes folles" hace referencia a esas hierbas que surgen espontáneamente entre piedra y piedra de los muros húmedos, y es, en el fondo, una metáfora sobre el propio Resnais.
"Siempre me consideré pesimista", aseguró, "pero lo cierto es que he acabado buscando el camino y sobreviviendo en cualquier circunstancia", concluyó.
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