Compensar la parada de los parques eólicos con gas

¿Cómo se compensa la variabilidad de la generación eólica en España? La respuesta hace unos años era que la generación hidráulica cubría este papel: se generaba más hidroelectricidad cuando hacía menos viento. Hoy en día esto no basta, lo que trae ciertas consecuencias sobre las que, en mi opinión, no se ha reflexionado bastante.

Primero un hecho: el viento es muy variable. La gráfica adjunta, proveniente de Red Eléctrica de España, indica la probabilidad de superar una fracción dada de la capacidad eólica instalada. En concreto, en España hay instalados generadores eólicos con una capacidad total de unos 15.500 MW. Es prácticamente imposible una generación eólica de más de un 75% (11.600 MW), la media es de un 22% (3.400 MW) y son raras, pero no desconocidas, generaciones de menos del 5% de la capacidad (750 MW).

La demanda no está especialmente relacionada con el viento que sopla (aunque pueden darse situaciones especialmente desagradables, como se comenta más abajo). Por tanto, los días que no sople el viento serán otros tipos de centrales las que tengan que producir. Las centrales hidroeléctricas, que almacenan agua en sus embalses, son particularmente apropiadas para ello.

Pero lamentablemente no hay ya capacidad suficiente para compensar toda la variabilidad y otras centrales, y en especial las de gas, tienen que producir más de lo normal. La segunda figura muestra la situación en dos lunes recientes, de demanda parecida pero muy distinta generación eólica (los datos también son de Red Eléctrica). El punto que quisiera enfatizar es que la generación de las centrales de gas natural es muy variable de un día a otro.

Esto tiene varias consecuencias. Una de ellas, a menudo discutida, es que hay que construir centrales para respaldar la generación eólica, para asegurar que hay generación eléctrica suficiente aunque no haya viento. Otra consecuencia no tan discutida es que si la compensación la hacen las centrales de gas no solamente hacen falta construir las centrales, si no también los gasoductos, regasificadoras y demás instalaciones necesarias para transportar el gas a las centrales. En la medida en que el sistema eléctrico sea responsable, así ha de ser cobrado. Y finalmente cabe añadir que hay circunstancias desgraciadas pero recurrentes, como en ciertos días de invierno en que hace mucho frío y no sopla viento. Si se desea asegurar el suministro de electricidad y gas en estas puntas conjuntas los respectivos sistemas deben ser operados y desarrollados en forma armónica.

Los costes asociados a todo esto debieran ser correctamente imputados. Un problema es que se mezclan aspectos de libre mercado (la venta de energía y de servicios de balance), regulados (el pago de las redes) y subsidios (principalmente a las renovables) específicos en dos sistemas distintos (gas y electricidad) pero que ya no son independientes. En el corto y medio plazo, con una economía en recesión, no es probable que se inicien grandes nuevas inversiones, con la excepción de unos 5.000 MW adicionales de capacidad eólica que el Gobierno se ha puesto como objetivo para el año 2012. De todas formas, incrementar la muy escasa capacidad de almacenamiento de gas en España podría tener sentido tanto por la necesidad de compensar la variabilidad eólica como por otras necesidades de operación.

Ahora mismo, con la caída de la demanda de gas y electricidad, y la reciente entrada en servicio del segundo gasoducto con Argelia, los respectivos sistemas disponen, en términos generales, de capacidad sobrante. Pero cuando de nuevo se recupere la demanda será bueno tener todo lo anterior en cuenta. La generación eólica, o cualquier otra, puede muy bien valer su coste, pero nada justifica una contabilidad poco cuidadosa.

*Julián Barquín, profesor en la Escuela de Ingeniería (ICAI) e investigador del Instituto de Investigación Tecnológica (IIT) de la Universidad Pontificia Comillas.

(Las conclusiones y puntos de vista reflejados en este artículo son responsabilidad únicamente de su autor y no representan, comprometen, ni obligan a las instituciones a las que pertenece).