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El halcón peregrino ha vuelto a casa

EFE
Actualizado 10-05-2009 13:02 CET

Barcelona.-  Los últimos halcones peregrinos desaparecieron de Barcelona a principios de los años 70, desde entonces, dos ejemplares del Museo de Zoología disecados en 1913 eran los únicos testigos de la presencia de estas aves que han vuelto de la mano de la misma especie que causó su desaparición.

Los biólogos Eduard Durany y Sergi García han encabezado hoy el grupo que se ha congregado ante la fachada de la Pasión de la Sagrada Familia armados con cuatro telescopios para asomarse a la vida familiar de una pareja de halcones y de sus cuatro polluelos.

Curiosos, aficionados y periodistas han acribillado a preguntas a los dos biólogos para saber más sobre unas aves que desaparecieron de Barcelona porque años atrás se premiaba su caza, pero ahora han pasado a ser una especie protegida.

Gracias al proyecto de reintroducción del halcón peregrino iniciado en 1999, ejemplares procedentes de criaderos volvieron a uno de sus hábitats preferidos, las ciudades.

Porque, aunque pueda resultar extraño, el halcón peregrino se encuentra muy a gusto en las áreas urbanas y metropolitanas, donde puede cazar en espacios abiertos que prefiere a los intrincados bosques.

A los halcones les gusta cazar en grandes espacios y sus presas son otras aves más pequeñas, como las palomas o cotorras que abundan en Barcelona, pero no intentan coger a la primera que se cruza en su vuelo, sino que eligen a sus presas antes de abalanzarse sobre ellas.

En la ciudad, estas aves difícilmente encontrarán a sus depredadores naturales, como el azor y el búho o el águila real.

Barcelona ofrece otro atractivo para los halcones, sus edificios del siglo XIX llenos de recovecos en los que instalar sus nidos, como el de la Sagrada Familia. Paradójicamente, un edificio "sostenible" es un mal asunto para estas aves porque allí "no puede criar nada, en los edificios con agujeros hay más oportunidades para los animales", subraya Sergi García.

El regreso del halcón a Barcelona ha sido paulatino, entre 1999 y 2004 se soltaron varios ejemplares hasta que, en 2003, la naturaleza pudo retomar el curso interrumpido años atrás y en la vecina Sant Adrià del Besós nació la primera cría; un año después ocurrió lo mismo en la capital catalana.

Los biólogos vigilan de cerca a las aves que hay en los barrios de Montjuïc, Diagonal Mar, Sagrada Familia y en Sant Adrià, y las siguen tan de cerca que están observando cambios en los hábitos de unas de sus víctimas, las cotorras.

Las cotorras, esas aves verdes que en los últimos años han poblado la ciudad formando grupos muy numerosos porque los ciudadanos ya no las queríamos en nuestras casas, forman parte del alimento de los halcones peregrinos.

Sin embargo, siguiendo las leyes de la naturaleza, parece que están aprendiendo a huir de sus depredadores y lo hacen en silencio para que sus enemigos no las oigan, un cambio de comportamiento que los biólogos estudian también en los alrededores de la Sagrada Familia.

En definitiva, la vuelta a casa del halcón peregrino provoca cambios en otras especies y, seguramente, éste no es más que el primero al que podrán seguir otros si los hombres lo permitimos porque se trata de un ave territorial, que le gusta quedarse donde ha nacido.

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