En los últimos días, los telediarios, las páginas de los periódicos y las portadas de los medios digitales se han llenado de mascarillas que tapan bocas y narices para esquivar la gripe porcina. Pero hay quien defiende que el uso de estas máscaras es prácticamente inútil. Algunos se atreven incluso a afirmar que su uso es contraproducente puesto que hacen que quien las usa se lleve más veces las manos a la cara, un gesto peligroso que incrementa la exposición al virus. Además, su uso puede proporcionar al que la lleva puesta una sensación de protección que le haga bajar la guardia en otras precauciones.
Richard Besser, director de Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU, reconoció este lunes en una rueda de prensa que no se tienen pruebas sólidas de cuánto de efectiva son las mascarillas para evitar la infección por gripe porcina.
La Agencia británica de Protección de la Salud también ha reconocido en un comunicado que no se tienen evidencias científicas de que se trate de una medida preventiva eficaz y alerta de algunos riesgos de su uso, como los peligros de no lavarse las manos tras manipular una mascarilla usada o los riesgos para otras personas de no desecharlas correctamente.
Para algunos expertos en prevención de riesgos, el error nace de no saber distinguir los tipos de mascarillas y el uso para el que cada una ha sido pensada.
Efectivamente, hay mascarillas y mascarillas. Para empezar, hay que distinguir entre las de tipo quirúrgico y las mascarillas de protección respiratoria autofiltrante (respiradores). Las primeras son las empleadas por médicos y enfermeros en los quirófanos para evitar la transmisión de agentes infecciosos por parte de la persona que las lleva puestas. Las segundas, de aspecto rígido y más caras (desde 3 euros), están pensadas para proteger al que las lleva y filtran partículas mucho más pequeñas, por lo que son mucho más eficaces.
Al contrario que las quirúrgicas, los respiradores están concebidos para ser eficaces "de fuera a dentro", según explica el fabricante 3M, y se clasifican en tres categorías dependiendo de la eficacia del filtro: FFP1 (78% de eficacia de filtración), FFP2 (92%) y la FFP3 (98%).
"Las mascarillas quirúrgicas y las mascarillas de protección funcionan de forma diferente debido a que la distribución del caudal y la velocidad del aire que pasa a través del filtro son diferentes en la inhalación y en la exhalación. En el caso de la primera, durante la exhalación, el aire de la nariz y la boca sale a una velocidad alta y se dirige frontalmente. Las partículas son relativamente gruesas, entre 3 y 8 micras (1 micra = 0,001 mm), e impactan directamente en la parte frontal de la mascarilla. Al inhalar, la velocidad del aire es más baja ya que se distribuye uniformemente a través de toda la superficie de la máscara", explica en su blog el equipo de profesionales especializados en prevención de riesgos laborales de ergow.com.
Según los técnicos de esta empresa, existen datos experimentales que indican que si una mascarilla quirúrgica se utiliza con el propósito de proteger al usuario de la inhalación de partículas, el aire en el interior de la mascarilla es entre 1,5 y 3 veces más limpio que el aire exterior. Las mediciones realizadas de la misma manera pero con una mascarilla de protección demuestran que el aire interior es entre 4 y 50 veces más limpio que el aire exterior.
Según nos explican desde el servicio técnico de ergow.com, la OMS recomienda para protocolos de seguridad las FFP2 (y la FFP3 sin válvula). Pese a todo, fuentes médicas consultadas por soitu.es, para situaciones como la que se vive actualmente con el brote de gripe porcina, animan a la población en riesgo al uso de cualquier tipo de mascarilla, también la quirúrgica que se vende en las farmacias. "Por supuesto, las mascarillas no son eficaces al cien por cien, pero logran un buen grado de aislamiento si se colocan correctamente sobre nariz y boca", explican estas fuentes hospitalarias, que se mostraron tajantes en su defensa de la mascarilla, sea del tipo que sea, como profilaxis. Además, recuerdan que es fundamental el uso de las quirúrgicas por parte de los infectados para evitar que propague el virus con su tos y estornudos.
Las mascarillas son recomendables en ciertos casos, pero nunca son una solución mágica, avisan los expertos, porque su uso debe ir acompañado de otras medidas adicionales de prevención como evitar el contacto físico, lavarse las manos con frecuencia y evitar tocarse la boca y la nariz. En ningún caso, el hecho de llevar la mascarilla debe hacer bajar la guardia en otro tipo de precauciones.
En conclusión, ninguna mascarilla será suficiente para eliminar por completo el riesgo de una pandemia, pero si se usa y manipula correctamente y se desecha de forma responsable, reducirá la exposición ambiental a los microorganismos. Y sí, hay algunas más eficaces que otras.
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