Buenos Aires.- Un ex capitán del Ejército señalado como represor de la última dictadura (1976-1983) se suicidó en la provincia argentina de La Rioja, donde el martes serán exhumados los restos de un obispo presuntamente asesinado por el régimen militar.
Alfredo Marcó, de 66 años, fue encontrado sin vida este domingo en su vivienda de la capital riojana, situada 1.150 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, con un disparo en la cabeza a la altura de la sien, informaron hoy fuentes policiales.
El suicidio del ex capitán se conoció un día antes de la exhumación de los restos del obispo de La Rioja, Enrique Angelelli, fallecido en 1976 en circunstancias oscuras, al volcar la camioneta que conducía por una carretera del interior de la provincia.
Con las pericias, ordenadas por la Justicia, se busca determinar cuáles fueron las causas del deceso del llamado "mártir de los pobres", quien al morir llevaba consigo un informe con las pesquisas que había realizado sobre el asesinato de dos sacerdotes y un laico a manos de los militares.
Según testimonios de las víctimas, durante la dictadura Marcó tuvo una activa participación en La Rioja, donde entre otras tareas participó en interrogatorios a detenidos ilegalmente, pese a lo cual nunca llegó a ser enjuiciado.
Fuentes judiciales citadas por la prensa local indicaron que el ex militar no aparece directamente involucrado en la causa por la muerte de Angelelli ni en otros expedientes sobre violaciones de los derechos humanos que se tramitan en los tribunales riojanos.
La Justicia reabrió en 2005 la investigación sobre un caso que "fue un asesinato" según el por entonces presidente argentino, Néstor Kirchner, quien impulsó la reapertura de las causas por delitos de lesa humanidad de la última dictadura.
La exhumación de los restos del religioso apunta a establecer si recibió un golpe mortal en el cráneo, aplicado presuntamente por miembros de un grupo paramilitar que habrían seguido la camioneta conducida por Angelelli.
Según organizaciones humanitarias, además del prelado durante la denominada "guerra sucia" 19 sacerdotes desaparecieron o fueron asesinados, otros 11 fueron secuestrados, torturados y liberados, y 22 detenidos a causa de persecución política.
Entre las víctimas de la dictadura, 18.000 según cifras oficiales y 30.000 para los organismos humanitarios, también hubo 11 seminaristas y cuatro religiosos, entre estos últimos las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon.
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