Telemadrid, de luto

La huelga de Telemadrid del pasado martes, la tercera en diez meses, dejó la pantalla del televisor en negro. ¿La mejor programación que se ha visto en esta cadena autonómica en los últimos años? Sin duda alguna. Y por si fuera poco, la más rentable: en ese estado de absoluta negritud, Telemadrid obtuvo un 0,2% de audiencia. Es decir, que unas 3.000 personas disfrutaron de la versión más equilibrada, parcial, digna y barata de la opaca televisión de Esperanza Aguirre. Una cuota de pantalla importante que debería hacernos reflexionar sobre el futuro de las televisiones. Puesto que ya existen la novela negra, el humor negro, el cine negro e incluso el beso negro... ¿por qué no nos olvidamos de la TDT y sus complejos descodificadores, y apostamos por la sencilla y económica tele negra?

Piensen en la excelente relación calidad-precio de este subgénero. ¿Tiene sentido hacer programas cuando mucha gente se conforma con la oscuridad total? Pues sí, porque hay oscuridades y oscuridades. La oscuridad del martes la provocaron los trabajadores de Telemadrid, cansados del deterioro profesional, económico, moral y periodístico que sufre su cadena desde hace años. La oscuridad de los otros 364 días del año viene de arriba, de la sede de la Comunidad madrileña, de unos políticos que han convertido esa televisión en un vulgar instrumento de propaganda. Ya sé que algo parecido sucede en el resto de cadenas autonómicas... pero esta vez la huelga ha sido en Telemadrid.

El éxito de audiencia durante la jornada de paro en la televisión madrileña se debe a que no hay tanta diferencia entre la pantalla en negro y los programas de Curri Valenzuela ('Alto y claro'), Ernesto Sáenz de Buruaga ('Madrid opina'), Ana Samboal ('Gabinete de crisis') o los informativos. O los toros. O las procesiones. Todo forma parte de la cultura del luto audiovisual, de esas orejeras de burro con las que el Gobierno madrileño quiere sumir a los ciudadanos en la oscuridad informativa. Los telespectadores de la cadena reciben la total negritud como un descanso y una bendición: es el máximo exponente del talento televisivo de los esbirros de Aguirre.

Además, Telemadrid se va a negro cada día cuando, por ejemplo, aparece Curri Valenzuela. Ayer arrancó el programa con la ya famosa frase de Sarkozy: "puede que Zapatero no sea muy inteligente". ¡Cómo disfrutó la puñetera Curri! Susurró cada sílaba, se le llenó la boca con "Zapatero", "no sea", e "inteligente". Pero éste no es el problema, puesto que seguramente se trata de la frase más sincera y brillante pronunciada por el presidente francés a lo largo de su carrera política. El problema es regodearse en esa frase y, después, no decir una sola palabra del juicio del Yak-42. Fundido a negro.

P.D.

Hoy, el día en que Iñaki Gabilondo entrevista al ministro Ángel Gabilondo (Cuatro, 21.00h), me hubiese gustado escribir un post sobre sinergias, pero ayer escribió Enric González su columna de El País sobre este tema. Y como superar al gran Enric es imposible, pues firmo todas y cada una de sus palabras... excepto el ejemplo final: la "mosqueante" presencia de Risto Mejide ('Operación Triunfo', de Telecinco) como invitado en el estreno del nuevo programa de Sardá ('La tribu', también de Telecinco). Yo hubiese puesto como ejemplo la "mosqueante" y habitual presencia de periodistas de El País en el programa de Concha García Campoy (Cuatro) poco después de haber participado en un debate en la Cadena SER. Dicho esto, no se pierdan las columnas de Enric. Los periódicos no publican nada mejor.

Un motivo para no ver la televisión

El otro mundo
Autor: Miguel Brieva.
Editorial: Reservoir Books / Mondadori.

Este tipo es un peligro social. ¿Cómo se puede decir, una y otra vez, que la televisión es una mierda? ¿O que los bancos nos roban? ¿O que los políticos son el escalafón más bajo del reino animal? ¿O que el marketing y la publicidad pretenden sustituir a la verdad? ¿O sugerir que el consumismo salvaje es la fuente de todos nuestros males? Miguel Brieva, sevillano, dibujante de historietas, puede parecer un terrorista. Pero es un genio... Y es que ningún dibujante, con la excepción de El Roto, es capaz de reflejar de una manera tan brillante la decepción que provoca la sociedad actual.

Brieva utiliza los lápices como Woody Guthrie la guitarra: para matar fascistas. Él lo explica de una manera más relajada: "intento neutralizar la realidad más chunga a través del dibujo. Es como un exorcismo humorístico para uso doméstico, pero cuanta más gente pueda compartir el chiste, mejor". Su nuevo libro, absolutamente imprescindible, recopila colaboraciones realizadas para El Jueves y Cinemanía. No se lo pierdan: es una magnífica forma de no perder el contacto con la realidad.

Entrevista a Miguel Brieva (para leer)

Entrevista a Miguel Brieva (para ver)