MADRID.- El eurodiputado Ignasi Guardans es más conocido por su protesta contra los abusos de la normativa europea de seguridad en los aeropuertos que por su dedicación al cine y la cultura audiovisual, pero el futuro director general –aún pendiente de nombramiento por el Consejo de Ministros- del Instituto del Cine es buen amigo de la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, ha sido un valedor de los intereses de los productores cinematográficos en Europa y un conciliador entre los intereses de los ultras de la propiedad intelectual y los defensores de la cultura libre y los nuevos derechos flexibles y participativos.
El eurodiputado de CiU es bloguero desde hace tiempo. Uno de los políticos que antes descubrió en España las posibilidades de internet, sobre todo para los recluidos en cargos tan plácidos pero de escasa visibilidad como los sillones del Parlamento Europeo. Con la difusión de sus propuestas y actividad en la web ha aprendido la potencia imparable de lo digital. Por eso reconoce en su blog que en el "siglo de internet" no es posible abordar como antes "los retos fascinantes que tiene por delante la poderosa y creativa industria del cine de este país, y toda la creación audiovisual en el siglo XXI".
¿Será Guardans el director del Instituto de Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) que necesita la ministra de las maldiciones contra las descargas?
Guardans promete una "una transformación profunda del concepto de propiedad intelectual del siglo XXI" y ha defendido que " si seguimos con este discurso de ataque a los derechos de internet y a la privacidad de los ciudadanos, la cultura tendrá la batalla perdida". Por eso el eurodiputado catalán defiende "poner al alcance de todos el máximo de contenidos en internet de una forma legal y respetando los derechos de autor".
Es la misma recomendación de multitud de expertos digitales y de la propia Comisión Europea para la creación de una industria digital fuerte y con futuro. Lo que hasta ahora no se ha logrado en España con una industria cinematográfica dependiente de las ayudas del Estado y de las autonomías, financiada en parte por las televisiones y que lucha por una cuota de pantalla en las salas que está muy lejos de conseguir en internet, incluso en las descargas, donde según algunas fuentes no llega al 1% del total.
¿Será Guardans el brazo amable y con visión de futuro de la ministra más contestada desde asociaciones de internautas y las redes sociales?
El eurodiputado siempre ha luchado por la diversidad cultural, la protección de los audiovisuales nacionales y autonómicos, siguiendo las tesis nacionalistas y se ha destacado por la conciliación entre los derechos de los usuarios y los creadores. Quizá el problema que encuentren muchos es que nunca se ha desmarcado de una concepción de los nuevos derechos de autor que no permita la distribución por los usuarios de los contenidos finales, como recogían sus comentarios (pdf, página 14) al controvertido paquete de telecomunicaciones de la legislación europea.
Descargas, sí, pero legales y respetando los derechos de autor. Y una concepción del negocio de los contenidos que aproveche las ventajas del mundo digital. "La piratería existe. Pero no deberíamos utilizar la piratería como una excusa para condenar las nuevas actitudes o modelos de consumo. Dicho esto, hay que luchar firmemente contra la piratería o, mejor dicho, contra el hecho de hacer copias ilegales y descargas ilegales", dijo en unas jornadas que organizó en el Parlamento Europeo con los productores de cine españoles, agrupados en Egeda.
La cara amable de González-Sinde con los internautas, su amigo, tendrá en su mano repartir las subvenciones al cine del Ministerio de Cultura, 76,3 millones de euros en 2008, que por el momento no recogen estímulos para el nuevo negocio audiovisual digital, a pesar de que portales como Filmotech, lanzado por los productores para comercializar cine español, contó con el apoyo del Plan Avanza del Gobierno para estimular internet y la industria digital.
Más negocio digital legal, menos piratería. Una ecuación que debe ser uno de los objetivos de Guardans y de la nueva ministra. Pero también hace falta aceptar que la nueva sociedad digital es una sociedad de autores en la que es imprescindible abandonar las guerras del copyright y establecer un nuevo consenso para desregular la copia sin ánimo de lucro y permitir sus usos. Sobre todo cuando se trata de obras sufragadas con dinero público.
Guardans, es hora de dejar el sillón de eurodiputado y remangarse para lograr un nuevo consenso entre la cultura y su público.
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