MADRID.- La SGAE y los cineastas encabezan otro ataque contra internet mientras el Parlamento Europeo se opone a la criminalización de los internautas y defiende la copia privada y los derechos de los consumidores. "¿Para qué necesitamos todos una línea de ADSL de no sé cuantos gigas?", ha dicho la presidenta de la Academia del Cine, Ángeles González-Sinde, reforzando la reciente acusación del presidente de la SGAE, Teddy Bautista: "Cuando la gente quiere una internet de 20 megas es porque se quiere descargar películas, o ver televisión".
La cultura vuelve a errar el tiro. Dispara sobre los mayores aficionados a la cultura y sobre los mayores consumidores de sus productos.
El Informe sobre la Industria Cultural del Parlamento Europeo, dirigido por el eurodiputado francés Guy Bono y aprobado esta semana, insiste en "encontrar un equilibrio entre el respeto a la propiedad intelectual y el acceso a los acontecimientos y contenidos culturales". El Europarlamento rechaza la "criminalización de los consumidores que no intentan hacer beneficios de sus acciones", la doctrina de la legislación española reiteradamente repetida por los tribunales.
El canon no es suficiente para una parte de los creadores españoles y después de su aprobación están empeñados en limitar el uso y el acceso a internet y las redes de la sociedad de la información.
A la presidenta de los cineastas no le llega la protección y financiación garantizadas por la Ley del Cine y se quejó de que no hubieran sido invitados a participar en la Ley de la Sociedad de la Información. El Parlamento Europeo no tiene la misma opinión y en el informe Bono insiste en la necesidad de fomentar más la "relación entre cultura, creatividad e innovación" en las políticas europeas.
Pero una parte del lobby cultural español está más preocupada por blindar el viejo negocio que por avanzar en los nuevos hábitos y oportunidades. Y eso a pesar de los ejemplos de creadores, productoras y distribuidoras de muchos países, volcadas ya en el negocio de los contenidos en internet.
Nadie defiende la piratería más que los piratas, pero una parte de los autores no tienen derecho a presionar para intentar limitar el acceso de los ciudadanos a las herramientas y ventajas de la sociedad de la información con su permanente confusión entre la parte y el todo.
Claro que queremos y necesitamos internet de gran velocidad. Pero no sólo ni principalmente para compartir películas, sino sobre todo para disfrutar de más servicios, contenidos e información en la red. Mucha, propiedad de los propios usuarios, instituciones y empresas; otra, legalmente transmitida, publicada y compartida. Y, por supuesto, una ingente cantidad de obras audiovisuales que no tienen que ver con el cine ni la televisión comercial.
El cine necesita a internet y a los internautas, los mayores consumidores de productos culturales según todos los estudios y encuestas. Donde se encuentran además los fans empeñados en recrear y compartir con otros sus mitos y contenidos preferidos, aumentando la publicidad y el marketing de las obras cinematográficas.
La propia Motion Picture Association of America (MPAA), la patronal de Hollywood, reconoce que los internautas van 18 veces al cine por año frente a las 14 que lo hacen quienes no se se informan de cine en la red.
Los internautas son los que más veces van al cine al mes, los que más asisten a los estrenos y quienes más van a a ver una película después de haberse informado de ella en internet. El 73% de los norteamericanos ya se informan sobre cine en internet, sólo por detrás de la televisión, según datos de 2007.
El año pasado se produjeron más largomentrajes españoles que nunca: 172, según los datos del Ministerio de Cultura. La películas más vista fue española, El orfanato, aunque la cuota de mercado el cine español descendió dos puntos para quedarse en un 13,5%, en contraste con la cifra total de cine europeo, que subió tres puntos para alcanzar el 30% de la taquilla. La recaudación total subió de 636,1 millones de euros en 2006 a 643,7 en 2007. Aumentó con las películas extranjeras y bajó con las españolas.
Y, pese a los lamentos de González-Sinde sobre la financiación, el Ministerio de Cultura afirma en su balance de 2007 que "en la financiación de las películas, además de las ayudas a la producción y de la participación de las televisiones, continúa siendo clave el convenio suscrito entre el Instituto de Cinematografía (ICAA) y el de Crédito Oficial (ICO), cuya cifra de préstamos en el año 2007 ha sido de casi 42 millones de euros".
En la suma de los 85 millones de financiación pública realizada por González-Sinde y sufragado por esos ciudadanos a los que quiere privar de internet de banda ancha le faltó contar las subvenciones autonómicas, la obligación de las televisiones de invertir el 5% de sus beneficios en la producción audiovisual y otras ayudas y avales.
La presidenta de la Academia del Cine también tendría que explicar si esa limitación se dirige a los nuevos cineastas que publican y distribuyen sus obras en las redes de vídeo social o a quienes se encuentran y relacionan en la web para empreder proyectos independientes o a los nuevos modos de distribución de cine legal en la red, de pago o a cambio de publicidad.
Continuar extendiendo la sospecha sobre todos los ciudadanos por las conductas de algunos y culpar a los demás de los males propios no suele ser la mejor estrategia. Entender que los usuarios sólo quieren internet para bajarse películas es una visión reduccionista de la realidad que sólo pone en evidencia a los responsables de las industrias afectadas.
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