León.- Unas 5.000 personas han desafiado en León al mal tiempo para asistir de madrugada al "Entierro de Genarín", que cada año se celebra en honor a un pellejero, bebedor de orujo y "putero" que falleció en León en 1929 atropellado por "La Bonifacia", el primer camión de la basura de la ciudad.
Desde entonces, cada año se celebra este acto pagano, también conocido como "Procesión de los Borrachos", que pone el contrapunto a la solemnidad de la Semana Santa leonesa y que va ganando más adeptos de todas las partes del país atraídos por la curiosa forma de celebrar el acto, similar a la de una de las procesiones que cada día recorren la ciudad.
Los primeros "evangelistas" de la Cofradía del Santo Padre Genarín fueron cuatro amigos del fallecido que iniciaron este homenaje cada Jueves Santo, el cual se ha convertido en uno de los atractivos de León durante la Semana Santa.
Con el paso de los años, la hermandad ha ganado adeptos que cada año celebran previamente una cena a base de sopas de ajo, bacalao y orujo, antes de partir hacia la media noche a la Muralla de León, en la carretera de los Cubos, en el lugar en el que Gerarín fue atropellado.
Entre esos dos puntos se procesionaron los pasos de la imagen de Genarín, con una botella de orujo y abrazo a una farola, y el de "La Muerte", el de "La Moncha", que rememora a la prostituta que tapó al difunto después de ser atropellado, y otro con un barril de orujo.
También desfilaron cuatro cabezudos que se corresponden con las cuatro personas que iniciaron esta parodia, llamados "evangelistas".
Una vez que se llegó a la muralla, se leyó una encíclica entre los miles de asistentes, antes de que el hermano colgador subiera a lo alto para realizar la tradicional ofrenda: una corona de laurel y el habitual menú de Genarín basado en pan, un trozo de queso, una naranja y una botella de orujo.
La tradición de Generarín se inició al año siguiente de su fallecimiento como homenaje a este personaje leonés de los años 20, pellejero de profesión, amante de la bebida, del mus y de la compañía de las prostitutas.
Este homenaje se realizó de forma ininterrumpida hasta 1957, año en el que la tradición pagana fue prohibida por el régimen Franquista, aunque en el año 1974 se volvió a recuperar.
Desde entonces, cada año, gente llegada desde todos los puntos del país presencia esta tradición para acompañar al recuerdo de este peculiar "santo".
Los asistentes secundan la copla que se recita cada Jueves Santo: "siguiendo sus costumbres, que nunca fueron un lujo, bebamos en su memoria una copina de orujo".
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