Logroño.- Once disciplinantes, más conocidos como "picaos", se flagelaron esta tarde-noche por las angostas calles de San Vicente de la Sonsierra, en un acto de fe y penitencia, que se ha convertido en un ancestral rito de la Semana Santa y que presenciaron unas seis mil personas.
Como cada Jueves Santo, los disciplinantes, con la cara cubierta y la espalda al descubierto, "cumplieron" con la tradición de flagelarse ante una de las imágenes elegidas -por ofrenda o penitencia- de las que salieron en la procesión de la Santa Cena.
También participaron tres "Marías", vestidas con el manto de la Virgen de los Dolores, descalzas, con el rostro cubierto y acompañadas por miembros de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de los Disciplinantes, que es una de las más antiguas de España.
El deseo de presenciar este acto como un espectáculo y los sentimientos de religiosidad se dieron cita hoy entre los asistentes a los "picaos", cuyo origen se remonta al siglo XI y que en la villa riojana de San Vicente ha conservado esta Cofradía.
Esta manifestación religiosa consiste, y así se cumplió hoy, en que los disciplinantes, con su cara cubierta y vestidos con una túnica blanca que deja al desnudo la espalda, la golpean con una madeja de algodón, de un kilo de peso.
Los penitentes se azotaron la espalda hasta que "el padrino" -un técnico sanitario experto en este tipo de actuaciones que les acompaña en el recorrido- consideró que la carne estaba suficientemente castigada y preparada para "el picao".
Fue en este momento cuando dicho cofrade-sanitario punzó el hematoma de la espalda con una esponja de cera cuajada de vidrios rotos, hasta que brota la sangre congestionada, con lo que se evita la coagulación.
A continuación, "el picao" y su "padrino" se trasladaron hasta la Casa de la Penitencia, junto a la iglesia de Santa María, donde se les hizo un lavado higiénico y sanitario de los efectos de la punción y hematomas producidos, y que se hizo con agua de romero y un bálsamo, cuya fórmula es secreta y se transmite de generación a generación.
La identidad de los "picaos" se conserva en el anonimato, así como el motivo por el que se someten a esta penitencia, aunque suele ser por cumplir una promesa o por conservar la tradición y evitar que se pierda, ya que San Vicente es el único pueblo de España en el que se mantiene viva, según explicó a EFE el portavoz de la Cofradía, Javier Fernández.
Tras la procesión, los disciplinantes volverán a autoflagelarse, en un contexto mucho más íntimo, durante la Hora Santa, que se oficia en el templo a las 23:00 horas y volverán a hacer su aparición en público a lo largo de la jornada de mañana, durante el recorrido del Vía Crucis, por el Calvario, y, finalmente, en la procesión del Santo Entierro.
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