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El multitudinario homenaje a Alfonsín, una llamada de atención al Gobierno y a los políticos

EFE
Actualizado 03-04-2009 18:11 CET

Buenos Aires.-  La multitudinaria despedida popular al ex presidente Raúl Alfonsín se ha convertido en el hecho político más importante ocurrido en Argentina en los últimos años y ha supuesto también una llamada de atención para el Gobierno y la clase política del país.

Más de 100.000 personas, según estimaciones de medios locales, salieron a las calles el jueves a despedir al ex presidente (1983-1989) y otras 80.000 acudieron a su velatorio, en el Parlamento, el miércoles.

Un homenaje popular espontáneo que no se veía en Buenos Aires desde el entierro de Juan Domingo Perón, en 1974, y que sorprendió a su propio partido, la Unión Cívica Radical (UCR) -segunda fuerza política del país-, y al Justicialismo (peronismo), en el poder.

Pero, superada la sorpresa, la clase política ha puesto la vista en las elecciones legislativas del próximo junio para sacar partido del reconocimiento popular a Alfonsín y apropiarse de su figura.

Como dijo durante el sepelio el veterano dirigente peronista Antonio Cafiero, "amigos radicales, Alfonsín ya no les pertenece porque, a esta altura, es de todos".

El radicalismo ve en esta masiva expresión de apoyo una oportunidad para recuperar el terreno perdido.

El vicepresidente del Gobierno, Julio Cobos (radical), que actuó como máxima autoridad del Estado en los funerales en ausencia de la presidenta, Cristina Fernández -que participaba en Londres en la reunión del G-20-, no tardó en anunciar que se lanzará a la tarea de reconstruir la unidad de la UCR, porque Alfonsín se lo pidió, aunque nadie oyera tal petición de boca del ex mandatario cuando vivía.

La Presidencia no se quedó de brazos cruzados y publicó de inmediato un anuncio en la prensa en el que recordaba el homenaje que Cristina Fernández rindió a Alfonsín el pasado octubre, en vísperas del 25 aniversario de su triunfo en las urnas, que marcó el final de la dictadura.

En ausencia de la presidenta, el Gobierno cerró filas en torno a su esposo y antecesor en el cargo, Néstor Kirchner, quien apareció el miércoles en el velatorio de Alfonsín acompañado de la plana mayor del Ejecutivo.

Kirchner llegó a decir que se identificaba con la actitud "políticamente incorrecta" del ex presidente radical, mientras, desde Londres, su esposa enviaba un mensaje de pésame a la familia y anunciaba el adelanto de su regreso a Buenos Aires para hoy.

Fuentes del oficialismo admitieron que la multitudinaria despedida a Alfonsín pude contribuir a un fortalecimiento del radicalismo en las elecciones del próximo junio.

Según analistas locales, Kirchner, a quien todos dan como candidato por la provincia de Buenos Aires -la de mayor peso electoral del país- aunque todavía no ha anunciado formalmente su candidatura, no vería con malos ojos un fortalecimiento del radicalismo porque implicaría una atomización de la oposición y el debilitamiento del peronismo disidente, bautizado ya como "anti-K".

Mientras unos y otros estudian cómo rentabilizar la figura de Alfonsín, algunos de los que ya no tienen nada que perder en el terreno político, como el ex presidente Carlos Menem -sucesor del radical en la Presidencia y acusado de varios cargos por corrupción-, aprovechan para reivindicarse como amigos del fallecido ex mandatario.

"Fuimos una oposición constructiva y cuando se abrió la crisis en su Gobierno el pueblo vio en nosotros una esperanza. Fue porque quería evitarle males peores al país, que se sumía en una situación ingobernable, que nos pidió que asumiéramos la presidencia anticipadamente", afirmó Menem en un comunicado divulgado hoy.

Alfonsín no está ya para rebatirlo, pero explicó su propia versión en una de las últimas entrevistas que concedió a un canal de televisión local.

"El partido Justicialista (peronista) me pidió la entrega inmediata del poder, y dicen que yo huí. No, lo que no quería es que se produjera un desastre en el país, que a través del desorden que estaba ocasionando pudiera generarse algún problema que erosionara la posibilidad de mantener las instituciones", dijo entonces.

Y dejó un último consejo para los políticos argentinos en su última aparición pública, en octubre: "Sigan a ideas, no sigan a hombres".

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