LONDRES.- Como buen show que se precie cuando gusta a los espectadores, la cumbre del G-20 de hoy ha terminado con aplausos. No son los de los ciudadanos de países del Tercer Mundo porque les han dicho que van a tener algo que echarse a la boca; ni tampoco de los parados porque les ha llegado que igual consiguen trabajo. Han sido un gran número de periodistas que así despedían a Mr.Obama como si de Mr. Marshall se tratara.
La rueda de prensa del presidente estadounidense ha sido el punto y final a una frenética cumbre de un día que ha estado lleno de filtraciones, fotos de familia y explicaciones a la prensa. El primero en hacerlo ha sido el primer ministro Gordon Brown. El feliz anfitrión —seguramente le sumará puntos en su maltrecha popularidad— ha sabido mantener el tipo y actuar como un buen maestro de ceremonias al comparecer ante el público.
Seriedad y temple para anunciar unas cifras que mareaban a cualquiera. Brown ha reconocido que las decisiones de hoy no resolverán inmediatamente la crisis, "pero el proceso ha comenzado". Sabía de lo que hablaba. Estaba a punto de presentar al mundo un documento que seguramente pasará a la historia; un documento en el que "nosotros los líderes", es decir, ellos los líderes reconocen la dimensión humanitaria de la crisis y se plantean con un lenguaje directo y claro no sólo restablecer el crecimiento sino el crear una economía mundial justa y sostenible. "El nuevo mundo se está construyendo y juntos dirigiremos este proceso de globalización" ha dicho Brown, consciente del momento que estaba dibujando.
Los datos hablan por sí mismos:
Para llegar a estas conclusiones todos los países han tenido que ceder. Francia y Alemania, defensores de priorizar la supervisión financiera, han aceptado la demanda de Obama de elevar el estímulo fiscal a través del FMI. Estados Unidos, por su parte, no ha puesto cortapisas a la iniciativa del Viejo Continente de crear un órgano de supervisión financiera. Sin embargo, si nos remitimos puramente a los números parece que el eje americano ha salido ganando porque ha cerrado la cumbre con números contantes y sonantes. Merkel y Sarkozy, que amenazó con dejar la reunión si no conseguía lo que quería, se han ido con compromisos firmes pero sujetos a ser concretados en futuras reuniones.
España ha conseguido colarse en un documento que para algunos es comparable sin ningún tipo de complejos al de Bretton Woods. En un papel que seguramente será estudiado por los economistas venideros, nuestro país ha conseguido una línea de honor (es el único país al que se le hace mención específicamente). Formará parte como uno más en el ahora llamado Consejo de Estabilidad Financiera donde España ha vendido el modelo de supervisión del Banco de España.
El otro gol que se ha agenciado el mediador Zapatero es la lucha contra los paraísos fiscales. El presidente del Gobierno, en todo momento asesorado por el ministro Solbes que le vigilaba desde primera fila, ha dicho en rueda de prensa que el gran logro español ha sido convencer a los países del G20 de que aceptaran a señalar con el dedo a los países no cooperantes en la lucha contra el fraude fiscal.
Obama ha puesto el broche final a un día que todos los líderes han acertado en calificar como histórico. Con un estilo radicalmente diferente al de Brown, el presidente de los Estados Unidos ha recordado que ha venido a Europa a escuchar pero también a mostrar el liderazgo estadounidense. A pesar del show que ha provocado entre los periodistas (colas para entrar a la rueda de prensa, un "no puedo elegiros a todos" del presidente y el aplauso final incluido), Obama también ha dejado frases para la posteridad. "El mundo ha respondido con un nivel sin precedentes de medidas exhaustivas y coordinadas", ha dicho matizando que no hay garantías sobre el efecto que pueden tener.
El documento final de la cumbre refleja en definitiva lo que Zapatero, Obama, Sarkozy, Merkel y todos los líderes que han pasado hoy por Londres han coincidido en repetir y Brown, ese estudiado maestro de ceremonias, ha expresado con estas palabras: "un nuevo mundo se está construyendo y juntos dirigiremos este proceso de globalización". Las Bolsas así lo han valorado, ya que han tenido el mayor ascenso del último año. Los analistas han coincidido en decir que el comunicado, claro y conciso, como no consiguió ser el de Washington, es mucho más de lo que esperaba la mayoría. Ahora queda por ver si esta vez se cumple con lo prometido y si no en septiembre, y por tercera vez, refundarán el capitalismo.
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