Toledo.- El juicio a dos rejoneadores acusados de la muerte de seis caballos de la familia Domecq, ocurrida en junio de 2001 en Ocaña (Toledo), se ha suspendido por segunda vez, hasta el próximo 9 de junio, en el juzgado de lo penal número 2 de Toledo a petición de todas las partes, incluido el fiscal.
Los abogados de la defensa y de la acusación ha explicado a EFE que la causa por la que ha sido suspendida la vista oral para juzgar a los rejoneadores Manuel B. y José Antonio C. ha sido la falta de tiempo para estudiar la documentación relativa a unas escuchas telefónicas autorizadas por el juzgado de Villena (Alicante) y que llegaron hace dos días al juzgado toledano, lo que podría causar indefensión.
Jaime Guerra, abogado de la familia Domecq, que ejerce la acusación particular, considera que estas escuchas "confirman" las sospechas policiales de que detrás de la quema de los caballos están los acusados, para quienes los Domecq piden tres años de prisión a pesar de que el fiscal no ejerce la acusación en este caso.
Por su parte, los abogados defensores Marcos García Montes y Armando Palmerín entienden que estas escuchas no tienen ninguna relación con el procedimiento y que, por tanto, no vinculan, en absoluto a los rejoneadores con el caso.
Además de Manuel B y José Antonio C. también estaba acusado José Miguel C., hijo de José Antonio, aunque el juez declaró extinguida su responsabilidad penal por prescripción del delito.
Los hechos ocurrieron el 2 de junio de 2001 cuando los acusados, con el fin de eliminar la competencia que les suponía el también rejoneador Sergio Galán, decidieron eliminar los caballos de éste quemándolos, para lo cual habrían contratado a otras personas, que están en paradero desconocido, aunque se equivocaron de blanco, según el relato que de los hechos hace la familia Domecq.
El día del suceso coincidieron Galán y los hermanos Luis y Antonio Domecq en la corrida que se celebró en la plaza de Las Ventas de Madrid y al terminar los autores del hecho confundieron los vehículos que transportaban los caballos y siguieron por error a los de Domecq durante el viaje de vuelta a su finca de Jerez de la Frontera.
Aprovecharon la parada que hicieron en la localidad de Ocaña (Toledo) para matar a los caballos que creían que eran de Sergio Galán, para lo cual introdujeron por las ventanillas del remolque una sustancia incendiaria que causó la muerte de seis de los animales que resultaron carbonizados, así como gravísimos daños a otros tantos equinos que prácticamente quedaron inservibles para la lidia.
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