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Sonsoles pasa de ser florero

  • Las esposas de los presidentes, bajo el estres de sentirse analizadas con lupa
  • En Moncloa insisten en que Sonsoles Espinosa no tiene previsto viajar a Londres
  • Ante la ausencia de Carla Bruni, Michelle Obama es la estrella
Por CELIA MAZA DE PABLO (SOITU.ES)
Actualizado 31-03-2009 10:56 CET

LONDRES (REINO UNIDO).-  La mujer de Zapatero huye despavorida de la imagen habitual que transmiten las consortes de los mandatarios. Resultar un complemento más de su marido le espanta. Por eso en Moncloa insisten en que Sonsoles Espinosa no tiene previsto sumarse al carro de las primeras damas, al menos en el G-20. Tener que cambiarse tres veces de modelo en menos de 24 horas, como ha hecho Michelle, no va con su carácter. Ella prefiere la sencillez y la comodidad. Pero, sobre todo, salirse del implacable foco de las cámaras. Sin Sonsoles y la prima donna Bruni, Michelle tiene asegurado el trono mediático.

Los hombres más poderosos del mundo intentarán resolver esta semana la peor crisis acaecida desde la II Guerra Mundial. Sin embargo, no son ellos los que cargan con toda la presión. Las esposas de los líderes del G-20 protagonizarán lo que ya se ha bautizado como 'la otra cumbre'. La tensión es evidente. Los políticos pueden llevarse mejor o peor, tener puntos de vista diferentes o ser más hábiles unos que otros por tratar de salir en la foto con Obama. Pero al fin y al cabo, tienen tema de qué hablar, la economía.

Ellas sin embargo, sin nada en común, tendrán que pasar dos días juntas luciendo sus mejores galas ante la voraz prensa sensacionalista ansiosa por cualquier descuido. Un zapato que no haga juego, un peinado mal estructurado o unos tacones que le hagan parecer más alta que su cónyuge serán suficientes para destripar su imagen al día siguiente en la portada del rotativo The Sun.

Las (y los) ausentes

Entre los mandatarios se encuentran dos mujeres —la canciller Angela Merkel y la argentina Cristina Kirchner—, pero sus maridos han declinado la invitación por motivos de agenda. Desde La Moncloa aseguran que Sonsoles Espinosa será otra de las grandes ausentes. "En principio no está previsto que viaje a Londres", dicen a soitu. La mujer de Zapatero no es muy asidua a este tipo de actos. Ya dejó clara su postura cuando prefirió cumplir con su agenda de soprano antes que acudir al 70 cumpleaños del Rey. A ella el papel de florero no le seduce. Como mucho hará el esfuerzo de acompañar a José Luis al foro de la Alianza de las Civilizaciones en Estambul, el proyecto personal de su maridín. Así que la prensa británica se va a tener que quedar con las ganas de conocerla y comprobar hasta dónde daba de sí el glamour personal que podía ofrecer "la exitosa cantante de ópera".

Tampoco estará presente la italiana Verónica Lario, aunque con sus continuas peleas con Silvio Berlusconi la cosa estaba más que clara. Los enfados tampoco han pasados desapercibidos a la prensa. Y es que nada escapa a la astuta pluma de los reporteros.

Ya ocurrió hace justo un año, con el viaje de Nicolás Sarkozy. Se trataba de la primera visita de Estado de un presidente francés desde la de Jacques Chirac en 1996. La apretada agenda incluía temas tan importantes como la inmigración ilegal, defensa o economía, pero fue Carla Bruni quien acaparó toda la atención. Los británicos cayeron rendidos a sus pies y hasta los medios más serios sucumbieron a la 'carlabrunimanía' sacando en su portada sus manoletinas extraplanas en vez del discurso ante el Parlamento de su marido. Quedó claro entonces que la política no lo era todo y lo mismo pasará esta semana con la economía.

Aunque en esta ocasión, Carla no estará en la foto. La primera dama francesa ha decidido conocer a los Obama en Estrasburgo, donde tendrá lugar la cumbre sobre la OTAN. Y la decisión no ha sentado nada bien a los británicos, que han visto la ausencia como un gran desplante. Todos los clubs de fans que consiguió cuando trajo su glamour al sombrío panorama londinense la han criticado duramente al rechazar la invitación de los Brown y la recepción de Buckingham Palace. "¿La reina no era suficiente?", rezaban ayer algunos rotativos.

Así pues, sin la modelo-cantante-esposa de origen italiano está claro que todas las miradas estarán puestas en Michelle Obama. Desde que desembarcó en la Casa Blanca, la primera dama ha destacado por su elegancia, y los entendidos en moda, los mismos que luego publican sus crónicas en los periódicos más reputados, no están por la labor de perder ningún detalle. La pregunta es ¿vestirá de Isabel Toledo? La diseñadora estadounidense nacida en Cuba, que eligió su atuendo para la investidura de su esposo, se ha convertido en todo un referente, por lo que cada traje se analizará como si fuese una cuestión de Estado. Si lo permiten los ocho guardaespaldas que seguirán cada uno de sus pasos.

Una agenda modificada 'por seguridad'

Estaba previsto que las esposas de los mandatarios disfrutaran de una día de compras por la carísima Bond Street para terminan cenando en el reputado restaurante del famoso chef británico Jamie Oliver, pero, por medidas de seguridad y telefonazo de Casa Blanca, el paseo se ha tenido que suprimir y la cena se ha trasladado al mismo Downing Street. Después de la recepción prevista con la reina en Buckingham Palace, los políticos y las esposas están invitados a degustar un menú enigmático en el número 10.

La decisión de perderse las novedades de las tiendas más lujosas de Londres no ha debido de hacer mucha gracia a Svetlana Medvedeva, la esposa de presidente ruso. Siempre vestida de punta en blanco, la rusa es una asidua de las firmas más exquisitas. Según los rotativos, en una de sus escapadas a la capital británica el año pasado, se la vio con un extenso equipaje y "un montón de cajas de sombreros de Harrods".

La puntualización no fue en absoluto en tono crítico, ya que en Londres están encantados con aquellos que traen un poco de glamour al armario gris de Sarah Brown. Tímida, recatada y sin ningún tipo de estilo, la mujer del 'premier' lo pasa fatal ante las cámaras. A pesar de dedicarse a las relaciones públicas, sus habilidades sociales, al igual que las de su marido, son nulas. Pero, como marca el protocolo, será la encargada de que las consortes se sientan lo más cómodas posibles. No sin dificultad, todo sea dicho.

Este tipo de eventos le sobrepasan. Es más, antes de empezar a llegar los invitados, la primera dama británica ya se ha ganado las primeras críticas. El motivo en esta ocasión ha sido la invitación que ha mandado personalmente a las consortes. Según The Times, la puntuación y la gramática utilizadas han espantado a los expertos que se preguntan "quién diablos permitió que se mandara una cosa así". ¿Quién dijo que fuera fácil ser primera dama en momentos de crisis?

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