Si has llegado a la crisis de los cuarenta, tienes dinero y buscas sobresaltos que te reactiven el corazón, ya no tienes por que tirarte en paracaídas o hacer puenting. Ahora tienes otra opción: puedes meterte en el mundo del cine y producirle una peli a Terry Gilliam, el campeonísimo del máximo axioma de la ley de Murphy en versión celuloide. El gafe que arrastra el ex 'Monty Python' cada vez que se pone detrás de una cámara pareció alcanzar proporciones míticas cuando la estrella de su última película, Heath Ledger, falleció de sobredosis accidental con el rodaje aún en curso.
Ahora el realizador norteamericano nacionalizado británico se ha encontrado con una nueva piedra en el zapato que rivaliza con la anterior: más de un año después de finalizar 'El imaginario del Doctor Parnassus' —así se llama la cinta— aún no ha salido ninguna distribuidora estadounidense que se haya decidido a adquirir sus derechos.
Incluso en tiempos de alforjas vacías, el hecho de contar con Ledger en su último trabajo, el actor más mediático del momento aún después de muerto, podría parecer decisivo por sí sólo para que los compradores se den de tortas... Pues no; por lo visto, el 'factor Gilliam' puede con todo. Es como si después de la muerte de James Dean le hubieran dicho a George Stevens que a lo mejor 'Gigante' no se iba a poder ver en Estados Unidos. Dado que el coqueteo del director de 'El rey pescador' con 'la amiga mala suerte' —que cantaban Los Secretos— ya va para casi cuarto de siglo, qué menos que hacer un repaso histórico de una trayectoria plena de catastróficas desdichas.
El origen del mito hay que situarlo en 1985, con 'Brazil' —para muchos la gran obra maestra de Gilliam— a punto de estrenarse. Al igual que ocurrió con 'Blade Runner', la versión originalmente planeada por el director contaba con un final no precisamente optimista y una estructura bastante complicada. A la Universal no le hizo gracia la cosa y presionó a Gilliam hasta el último momento para que adaptara el filme a los gustos del gran público. Ello enervó de tal manera al realizador que le llevó incluso a comprar una página entera de publicidad en la revista Variety rogando a los ejecutivos de la distribuidora que respetaran su visión original.
Sus súplicas fueron escuchados sólo a medias, ya que le dejaron estrenar una versión de 131 minutos en Estados Unidos, frente a los 142 de la prevista inicialmente. Por si no hubiera tenido bastante, su siguiente proyecto, 'Las aventuras del barón Münchausen', también fue saboteado por la distribuidora, aunque de manera distinta. A pesar de que los gastos de producción de la cinta se dispararon hasta los 46 millones de dólares, la mala situación por que atravesaba en ese momento Columbia, en proceso de ser vendida, acabó por limitar su estreno en cines. ¿El resultado?: Recaudó sólo ocho millones de dólares, por debajo del veinte por ciento de su presupuesto.
A pesar de los baches que atravesaron 'Brazil' y 'Barón Münchausen' antes y después de ser estrenadas, por lo menos ambas llegaron a ver la luz, algo que no se puede decir de muchos de los proyectos gestados por Gilliam. Unos cuantos ejemplos a considerar:
Aún así, la condición de 'maldito' de Terry Gilliam empezó realmente a alcanzar cotas de leyenda durante el rodaje de 'El hombre que mató a Don Quijote', su adaptación apócrifa de la gran novela de Cervantes. Alguien con tan poco ángel no parecía el más indicado para llevar al cine una obra literaria que se le ha resistido hasta al mismísimo Orson Welles, pero eso no obstaculizó el ímpetu de Gilliam, quien contó con una financiación de 32 millones de dólares, uno de los presupuestos más elevados para una producción íntegramente europea.
La cosa comenzó a torcerse al segundo día de filmar en España, cuando una inundación causada por una lluvia torrencial destrozó gran parte del material. El proyecto se fue definitivamente al traste cuando el actor elegido para encarnar al "ingenioso hidalgo", el veterano Jean Rochefort, sufrió una hernia de disco. El 'making of' dio por lo menos para un interesantísimo documental titulado 'Lost in La Mancha', estrenado en 2002.
Y llegamos por fin a 'El imaginario del Doctor Parnassus'. La muerte de Heath Ledger, por muy trágica que fuera, en el fondo podía ser un gran acicate comercial para el filme. Su integridad artística tampoco corría necesariamente peligro, ya que sus tintes surrealistas permitieron que tres actores de primerísimo nivel —Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell— se sumaran de forma casi desinteresada al proyecto para completar las escenas dejadas vacantes por Ledger. Por eso extrañan aún más las dificultades para encontrar distribuidora en Estados Unidos. Ni siquiera la crisis económica parece servir como excusa esta vez, ya que la taquilla cinematográfica ha experimentado un aumento de casi un 20% durante el último año en ese país.
Algunos le echan la culpa al propio Gilliam, quien, seguramente soliviantado por pasadas experiencias, ha decidido no permitir que se hagan proyecciones previas de la cinta hasta que tenga completamente zanjado su corte final. A pesar de la carencia de compradores, confianza en su criatura al menos no le falta, a tenor de unas declaraciones que realizó cuando le preguntaron sobre el tema: "Creo que la gente se quedará completamente anonada en cuanto vea la película, y habrá peleas por ella. Así que estoy feliz de esperar. Nadie se decidió en el momento indicado y ahora les va a costar más". Y es que Gilliam parece más que nunca dispuesto a luchar contra molinos: recientemente ha anunciado también que tiene previsto reflotar su ambiciosa producción sobre Don Quijote.
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