Washington.- La ingente lucha contra el narcotráfico en la volátil frontera sur de Estados Unidos reactivó hoy la polémica sobre el control de armas de asalto, en unos momentos en que los narcos ya están dejando su huella en las urbes de este país.
El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, recordó que, durante la contienda electoral, el presidente Barack Obama respaldó la renovación de una ley que entre 1994 y 2004 prohibió la venta de armas de asalto en el país.
En declaraciones a la cadena NBC, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, que hoy concluía una visita de dos días a México, dijo que la Administración Obama quiere combatir el tráfico de ese tipo de armamento que cae en manos criminales.
Gibbs no respondió directamente a las afirmaciones de Clinton pero afirmó que el presidente apoya las leyes en vigor "que pueden ayudar a frenar la ola de armas ilegales que fluyen al sur de la frontera".
Presionado por los periodistas, Gibbs dijo desconocer si hay planes para que Obama acuda al Capitolio a pedir la prohibición del armamento de asalto (las favoritas de los narcos por su capacidad de penetrar incluso el cemento).
La Segunda Enmienda de la Constitución consagra el derecho de los estadounidenses a la tenencia de armas y tanto demócratas como republicanos, muchos de los cuales reciben contribuciones políticas de la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA), intentan evadir esta "papa caliente".
Mientras la narcoviolencia en México acapara titulares en los medios de comunicación, el control armamentístico de ha adquirido un cariz político en Washington.
La clase política estadounidense está alarmada porque los narcos ya tienen presencia en al menos 230 ciudades de este país y porque en sitios como Phoenix (Arizona) o Houston (Texas) han aumentado los secuestros.
Pero la indignación aminora cuando se piden más restricciones al armamento de potencia militar.
El senador republicano Chuck Grassley dijo hoy que la respuesta al lucrativo tráfico de armas hacia el sur del Río Bravo yace "en un mayor control de los vehículos que salen de Estados Unidos rumbo a México".
Pero el senador independiente Joe Lieberman, dijo a la cadena MSNBC que "todos tienen parte de culpa" en el problema del narcotráfico, haciéndose eco del discurso que se ha vuelto de moda entre EE.UU. y México sobre la "responsabilidad compartida".
Se calcula que el 90 por ciento de las armas confiscadas en México proviene de Estados Unidos y, según Lieberman, prohibirlas ayudaría a atajar la violencia.
"El héroe acá es el presidente (mexicano) Felipe Calderón, que está llevando la lucha a los cárteles de la droga. Los demonios son los cárteles de la droga y ambos países deben frenarlos", enfatizó.
Los secretarios de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, y de Justicia, Eric Holder, participarán en México la próxima semana en una conferencia sobre el contrabando de armas en Cuernavaca (Morelos). No hay señales de que se vayan a pronunciar sobre la prohibición de las armas de alto calibre.
La solución que favorece Washington por ahora es aumentar los controles de salida de EE.UU. por los puntos terrestres en la frontera común.
De hecho, el plan anticrimen que presentó Napolitano el martes pasado enfatiza, entre otros elementos, el despliegue de más agentes, recursos y tecnología en la frontera y un mayor control del tráfico de vehículos y de las líneas ferroviarias hacia México.
Clinton, que en ocho años pasó de aprendiz a experta en los corredores del Senado, reconoce que renovar la prohibición de armas de asalto no será un paseo de rosas.
En declaraciones a Efe, el presidente del subcomité de asuntos hemisféricos de la Cámara de Representantes, Eliot Engel, ha dicho que EE.UU. debe hacer cumplir otra ley de 1968 que prohíbe la importación de rifles de asalto, y es algo que no requiere acción legislativa.
Aunque el tema de la seguridad fronteriza tiene el potencial de estancar las relaciones bilaterales, meterse a aumentar los controles a estas armas sería alborotar un panal, según expertos.
"Sin duda el asunto se está politizando, y los demócratas no van a poner en riesgo la mayoría que lograron en ambas cámaras del Congreso", dijo a Efe Armand Peschard Sverdrup, analista político del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).
"A menos que aumente notablemente la violencia en Estados Unidos con estas armas, no veo que cambie la dinámica del debate. Lo triste es que la narcoviolencia está afectando la vida cotidiana en la frontera", agregó.
El Director Nacional de Inteligencia, Dennis Blair, reiteró hoy, en su primera rueda de prensa, la consabida frase de que México "no está en peligro de convertirse en un Estado fallido" y que la violencia es un síntoma de la guerra que Calderón ha declarado a los narcos.
Quienes buscan eliminar las armas de asalto de las calles de EE.UU. se preguntan cuántos muertos hacen falta para que finalmente se prohíban.
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